Después de que Berthold se marchara en la casa solo hubo un silencio incómodo que luego fue roto por el descontento de Annie. Bramando, ella se retiró a su habitación sin regresar al comedor. Mikasa seguía comiendo gelatina mientras Erwin trataba de serenarse, estaba masajeando su entrecejo con parsimonia. Suspiró ante la inevitable discusión que sabía tendría con su esposo; manejar su temperamento difícil le había supuesto un reto de amor y paciencia durante todos esos años.
Puso sus codos sobre la mesa y unió sus manos para tapar su rostro. Con un hondo respiro le pidió a Mikasa que los dejara a solas de una manera encubierta.
—¿Por qué no... vas a ver cómo está Annie? —inquirió Erwin bajando los antebrazos en la mesa, estiró la mano para asir su vaso con jugo.
Mikasa recorrió la mesa con la mirada, luego regresó a verlos a ambos.
—Ha de estar bien —dijo y se levantó, aguardando toda la calma que tenía.
Erwin alzó las cejas. No le impresionaba la naturalidad de su hija para atender la situación. La vio caminar con desidia llevándose el vaso del postre. A los segundos escuchó que la puerta corrediza hacia el patio se abrió. Mikasa no iría con Annie, era seguro.
Fue entonces que decidió dirigirse hacia él, quien de inmediato le dejó saber a través de su mirada filosa que no estaba dispuesto a llevar a cabo esa conversación. Levi se levantó casi al instante cuando él entreabrió los labios para hablar.
—Sigue siendo de mala de educación intentar dejarme con las palabras al aire —dijo Erwin sin girarse hacia él.
Escuchó los platos y los vasos, las cucharas y cualquier otra cosa siendo llevada por Levi. Resopló y se resignó a levantarse. Levi le había quitado su vaso con gelatina a la que apenas pudo meterle una cuchara. Alzó las manos al aire mientras veía a Levi guardar su vaso con gelatina en la nevera. Hubo bastante silencio. Levi seguía parado con la cara en dirección a la nevera, y su mano la mantenía en la puerta de la misma.
—No vamos a llegar a ningún lado con tu actitud, Levi —repuso Erwin con la voz calma. Vio como Levi movía los hombros dejando de sostenerse en la nevera—. Annie debe estar muy herida por tu comportamiento.
Entonces Levi se giró hacia él, lo miró con tal molestia que se preguntó si lo que dijo lo hizo para generar remordimiento en su esposo o fue un comentario inintencionado.
Mas al instante Levi prosiguió con sus labores, se colocó el delantal, los guantes de goma y se paró frente al fregador de platos. Erwin no tuvo más opción que levantarse, colocarse también el mandil y los guantes y pararse al lado de él. Le dijo en voz baja que enjuagaría y secaría los platos, de todas formas era lo que siempre Levi quería que hiciera, diciendo que él no sabía sacar bien la grasa.
—Annie entrará a la universidad, estudiará, sacará los mejores promedios y estará bien: no tiene por qué distraerse ahora.
Erwin solo lo escuchó, entornó los ojos hacia el arce japonés en la esquina del mesón.
—¿Te preocupa que a causa de un novio pueda distraerse y bajar sus promedios?
—Es lo que pasará, Erwin —dijo Levi con voz firme.
—Annie es lo suficientemente disciplinada como para mantener equilibrados sus promedios estudiantiles y su vida amorosa. Creí que ambos lo teníamos muy claro, es decir, que Annie es bastante dedicada en lo que hace.
Levi bufó y cerró el grifo de agua.
—Eso —alzó el dedo—sin contar con un tipo con cara de imbécil en su vida.
—Me dejas claro que no confías en sus capacidades.
—Cállate.
—Estás más agresivo —indicó Erwin frenando el enjuague de aquel plato. Miró de reojo a Levi: se estaba mordiendo el labio, tenía la mirada baja y una leve rojez en las orejas, todo eso le indicaba que su comentario lo había avergonzado. Con calma volvió a abrir el grifo y pasó el plato por debajo del chorro de agua—. Solo digo que no es nada bueno para Annie la actitud que estás tomando. Ya no es una niña, ya casi está saliendo de la adolescencia y será una mujer que deberá tomar decisiones acertadas o no. Aunque lo mejor que espero son las acertadas, no te mentiré. Sin embargo, en sus decisiones personales me parece que es irrespetuoso tratar de cambiarlas.
Levi terminó de fregar los platos en silencio, dejó el resto a Erwin y se marchó de la cocina. "¿Habrá recapacitado y fue a disculparse con Annie? —pensó Erwin—sería demasiado bueno que fuese así". Mientras secaba los platos y los ordenaba en el anaquel, estaba pensando en ponerse en contacto con Berthold y disculparse por la actitud que tuvo su esposo con él. Quizás lo invitaría a otra comida para remediar la primera impresión con la familia, aunque para eso primero tenía que resolver o mediar la situación de Levi.
Estaba muy seguro de que su esposo no dudaba de las capacidades de Annie, la universidad era solo el pretexto elegido por él para ocultar el miedo que le producía que su hija mayor los abandonara emocionalmente, dándole privilegio a otro.
Claro, eso tenía que ser.
Y Erwin se sentía de forma similar, comprendía lo que sentía su esposo, pero no podía tomar una actitud irascible con aires de dictadura sobre la vida de las chicas. Hablaría con él, aunque no quisiera escucharlo y haría lo necesario para no llegar a la noche arrastrando el problema. Era un domingo bellísimo, de esos que le gustaban a Mikasa, con mucho sol y viento para salir. Todavía podían tener un lindo día, en armonía y amor.
Se sacó el mandil y los guantes. Pasó por el jardín y vio a Mikasa tumbada en el césped oyendo música con audífonos sin percatarse de su presencia, una quinceañera apacible. Ahora estaba decidido a buscar a Levi. Mientras subía las escaleras escuchó una breve discusión al fondo del pasillo de las habitaciones.
—No puede ser —murmuró apresurando el paso.
Levi estaba parado frente a la cama de Annie con los brazos cruzados, fue lo primero que vio y luego a Annie sentada en la cama con una mirada tan desafiante que era equiparable a la de Levi.
Entonces ambos se dieron cuenta de su presencia. Levi arrugó más el entrecejo.
—¡Papá! —habló muy fuerte— dile que no me moleste.
Y entonces Levi lo miró a él con enojo.
—No te atrevas, Erwin —lo dijo apretando los dientes—quieren pasar por encima de mí como si yo no tuviera autoridad.
—¿Qué te está diciendo? —preguntó Erwin a Annie.
Los esposos entrelazaron miradas acusatorias.
—No quiere que tenga novio —dijo Annie con enojo, bajándose de la cama.
Erwin logró sostenerla de los hombros para que no saliera y lo escuchara.
—Tranquila, tranquila... déjamelo todo a mí.
Aunque Erwin intentó retenerla más tiempo, Annie se soltó con impaciencia.
—¡Dije que no, Annie! —exclamó Levi con la voz alta para que ella lo escuchara desde el pasillo.
En ese instante, Erwin se giró hacia él aguardando lo más posible no elevar la voz.
—Vamos a hablar, Levi.
Su tono de voz pesado fue lo que hizo que Levi se sintiera ofendido.
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[Eruri] La vida con dos padres ❥
FanficErwin y Levi a largo de su vida matrimonial y familiar no se enfrentaron a la realidad de una de las etapas amorosas de sus hijas. ¿Cómo actuará cada uno?. Eruri Imagen de portada: Créditos a su autor correspondiente