I - A la guerra se va con fe.

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Llevaban unos días desde que se habían adentrado a las garras de aquel "encantador" y "soñado" bosque, nada fue como se lo habrían imaginado, si, si era verdad que los colores eran bonitos, y los animales coloridos, pero, eran letales, un pequeño error y se consumía en algo aterrador, a palabras del padre, el "Paraíso" se había infectado por culpa de los unicornios, y así, siempre les recordaba con las mismas y "crueles" palabras:

"—Unicornio bueno, unicornio muerto—"

"—Unicornio bueno, unicornio muerto—"

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Un día antes...

—Sargento Caricias— llamó el padre al mencionado y este solamente giro la cabeza molesto, el padre le extendió un dije de corazón (que simbolizaba el sagrado " cuerpo " de Dios, o más bien, un símbolo de fe hacia él. El sargento tiro el dije de un manotazo y dijo: —No lo necesito— y se marchó; El padre solamente se limitó a recojer el objeto, igual, sabía que iba a necesitarlo y lo guardo dentro de su bolsillo, para no perderlo.

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—Vamos, mueve tu trasero soldado, ¡¿Crees que el unicornio va a esperar que subas?! — le grito el sargento a Gordi pues este se tenía que encargar de ser "la mula de carga" para que los demás soldados tuvieran menos peso y más agilidad. —No creo que sea esa la forma de alentarlos, Sargento... — interrumpió el padre cosa que hizo molestar al contrario. —Le voy a dar un Consejo padre... No se meta donde no le importa, aquí mando yo, y usted en su capillita de quinta! —le grito golpeando el pecho del padre con su mano, el padre, sin mostrar algún sentimiento solamente retiró la mano del sargento con su libro dando media vuelta y retirándose del lugar.

El sargento dio a sus soldados la orden de retirarse y fue tras el padre rápidamente, no lo iba a dejar hablando solo, quién cree que se creía.



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