II - Discutiendo con el burro.

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El padre de encontraba dirigiéndose hacia su capilla, si que él Sargento lo haría perder la cabeza, preferiría evitar los problemas y seguir con lo suyo; impartiendo la palabra de Dios.

El padre fue tomado del brazo bruscamente por el Sargento Caricias, que le ocurría a ese tipo, pensaba, primero ofende y niega la palabra del señor, y ahora lo agarra como si fuese otro de sus reclutas, pues estaba equivocado, el era el padre del pueblo osito, el no es cualquier otra persona, bueno, osito.

-Qué le pasa Sargento Caricias? - Preguntó el padre intentando aflojar el agarre del sargento a su brazo, aunque, fue inútil. -Padre, debe entender que estoy en mi "campo" y si yo hablo usted se queda y calla- Grito tomando el otro brazo del padre, haciendo que este tirará el libro sagrado. -Pero qué le ocurre, suelteme, no tiene derecho ni de hablarme y ni de agarrarme así- le gritó el Padre en la cara al sargento -Ni me pienso callar, usted es el único mal educado aquí, Caricias... - miro fijamente al Sargento, tanto que este pudo ver tras sus lentes una mirada que describía muerte.

-Te estás metiendo en problemas, padre... - dijo enojado. Se acercó al padre y susurro: -A la familia no le gustaría esto- dijo soltando bruscamente al padre haciendo que este perdiese el equilibrio (por dos razones, uno: la fuerza que utilizó para alejarlo y dos: sus palabras lo congelaron, lo dejaron inmóvil).

-Usted solo debe de acatar órdenes, por tú bien, por su bien, por el de él - dijo el sargento dándole la espalda; el padre aún seguía en shock. -Y quiere arruinarlo? Hemos llegado muy lejos- pronunció para después salir de la capilla, dejando al padre frío... Sin palabras.

¿Qué se creía este tipo?

- Oh Señor, perdone la ofensa que mi esposo a dicho en presencia suya - dijo mientras le miraba suplicante al retrato de Dios, ya después de varias palabras se retiró de la capilla y se encerró en su habitación

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- Oh Señor, perdone la ofensa que mi esposo a dicho en presencia suya - dijo mientras le miraba suplicante al retrato de Dios, ya después de varias palabras se retiró de la capilla y se encerró en su habitación.

-Siempre has sido así, no? - se dijo asi mismo mirando una foto de él y su gordo esposo en el día de su boda, eran buenos recuerdos que valían atesorar. -No creo que a la familia le guste lo que oirá- sonrió mientras se quitaba los lentes y los guardaba, las luces se apagaron y el durmió con una gran sonrisa, tenía por seguro que mañana sería un excelente día.

Lo tenía por hecho.

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