Capítulo 4.

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   Khio tenía su alarma programada para sonar a las ocho de la mañana, la melodía de una de sus canciones favoritas mezclada con un repetitivo timbre lo despertó casi inmediatamente. Apenas despierto, se estiró y se acomodó mejor bajo las frazadas, había tenido un pie fuera de ellas. Estuvo así unos segundos, disfrutando lo cálido que se sentía y oyendo sin procesar el sonido de su celular hasta que su cerebro despertó por completo.

   Alcanzó su celular y detuvo la alarma, luego revisó sus notificaciones, pero no abrió ninguna al ver que solo eran mensajes de sus amigos, aunque también tenía dos del chat con Zyan. Esto último lo intrigó y lo hizo sonreír, pero estaba demasiado cansado para hablar con quién sea y bloqueó su celular unos segundos después de revisar su horario de ese día. Ver su primera clase anotada le dio incluso más ganas de quedarse en su cama de las que ya tenía. Era una clase que disfrutaba, incluso le gustaba su profesora, pero el ejercicio mental en sus primeras horas de vigía le llegaba a dar dolores de cabeza.

   Tampoco había dormido mucho.

   Eran casi las tres de la mañana cuando decidió acostarse, luego de terminar de estudiar y también ponerse al día con sus amigos. Podía soportar el día con esas cinco horas de sueño, pero lo haría estando mucho más lento de lo que podría estar. No podía arrepentirse, su horario no le dejaba muchas opciones.

   Se levantó y bostezó en el camino al baño, lo primero que hizo fue cepillarse los dientes. El recuerdo de que ayer no lo había hecho era especialmente vergonzoso y decidió que iba a ignorar su existencia. Solo esperaba que Zyan no lo hubiera pensado o notado, ahí, se sentiría capaz de no volver a ver al hombre con tal de no recordar ese suceso.

   Con gran rapidez, usó el baño, se duchó y también se vistió para el día; quería desayunar con tiempo y visitar una biblioteca cercana a su universidad donde estaba inscrito antes de su clase. Alguien había pedido prestado un libro que quería hace unos días, y ya deberían haberlo devuelto; lo quería porque según las críticas daba un punto de vista bastante poco convencional sobre la industria en las editoriales.

   Khio estaba estudiando su primer año de Ciencias Antropológicas y en paralelo Corrección de estilo, en universidades diferentes; lo primero, su principal carrera, porque le gustaba demasiado el tema y la forma de trabajo del área en que planeaba centrarse, podía verse haciéndolo el resto de su vida; y Corrección de estilo, porque nunca viene mal tener una segunda fuente de ingresos, y él estaba demostrando ser muy bueno en su futuro trabajo. Encontraba un poco pesado hacer ambas cosas a la vez, teniendo que manejar muy bien su horario habiendo organizado sus clases algunas en la mañana y otras por la tarde, pero con esfuerzo lo estaba haciendo muy bien, quería hacerlo bien después de todo.

   Llevó su mochila a la cocina y mientras dejaba el agua calentando para su café, revisó que tenía todo en su lugar. Por suerte, para su cansada cabeza, ese día solo tendría clases de su primera carrera, por la tarde, ya que hubo algún tipo de incidente en una de sus universidades y esta estaría cerrada hasta el día siguiente. No encontró su tarjeta de la biblioteca en ningún lugar, no era la que necesitaba ese día, pero nunca podía estar seguro de cuándo tendría que ir a sacar fotocopias o un libro de repente.

   Con el ceño fruncido y empezando a preocuparse, buscó por todos lados su tarjeta. Revisó su escritorio, la mesa al lado de la puerta de entrada y la que estaba frente al sofá, el mismo sofá por si la tarjeta no había caído en uno de sus espacios, detrás de todos los muebles y, por último, en la ropa que había usado para salir el sábado por la noche, que era el último lugar donde recordaba haber puesto su tarjeta. No había señal de la cosa.

   Decidiendo que su estrés no haría nada para ayudarlo a encontrarla, fue a terminar su café para evitar entrar en una crisis nerviosa. Era lo último que necesitaba. El agua estaba caliente y la jarra eléctrica apagada automáticamente, juntó el azúcar y el café en la mesa y buscó una de sus tazas favoritas, de un celeste que le gustaba mucho y con forma cilíndrica.

A las 4 am.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora