Capítulo 2.4.

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Fredo Von Ejellan no había notado los susurros que se compartían los sirvientes de la villa hasta que Solena se lo indicó.

Es cierto que su hijo se había entusiasmado con ese bastardo últimamente. Desde que lo trajo a la villa, su hijo también regresó con más frecuencia. Es decir, esta era la Villa de Naru, para todos, él debe estar aquí la mayor parte de tiempo, pero los sirvientes eran conscientes de las ausencias de Naru.

Estas ausencias ocurrían cuando Naru tenía que jugar como Cale Henituse.

Es solo que una buena fuente de alimento generalmente duraría unas semanas para un vampiro. Su hijo era un mestizo, necesitaba mucha más comida de la que necesitaría Fredo. Por eso era sorprendente que su mascota haya sobrevivido tanto tiempo.

Los sirvientes le llevaban comida todos los días a ese tipo, ellos habían visto las marcas de mordidas en el cuello del hombre y notaron cuando las cadenas de sus manos fueron quitadas. También notaron cuando la actitud del hombre cambió; de estar en guardia como un animal acorralado a la resignación, para terminar en una emoción extraña.

Dijeron que el hombre parecía decepcionado cuando miraba que ellos eran los que entraban.

Fredo sintió curiosidad.

Había estado ocupado cubriendo las pistas de Naru en Endable mientras Cale Henituse se interponía en el camino de la Estrella Blanca, por eso sus visitas a Naru habían disminuido.

A veces lo seguía como un pájaro negro, pero esto era cuando Cale Henituse estaba en otro continente. Así que no había visitado la Villa de Naru desde hace un tiempo.

Hoy que vino, descubrió que su hijo acababa de irse hacia la Selva. Parecía haberse ido antes del amanecer después de contactar a los Elfos Oscuros y al Dragón Negro.

Fredo se deslizó a la habitación de su hijo, abrió la puerta con un suave clic y miró a su alrededor antes de cerrar la puerta detrás de él. Caminando con pasos silenciosos, dejó que su mirada vagara por el lugar. Había libros apilados en una mesita, el diván que su hijo usaba para fingir estar enfermo ahora tenía más almohadas y mantas que la última vez.

Ahora parecía que alguien vivía aquí, notó Fredo.

Su hijo nunca había sido de los que personalizaban su espacio. La habitación lujosa de Naru se había mantenido igual durante varias décadas, desde que él fingía ser Naru, siempre se había visto como un lugar frío. Ahora era cálido.

Finalmente, la mirada de Fredo cayó en la figura que dormía en la cama.

El tipo se veía más saludable que cuando vino, sus mejillas tenían un tono rosado y su cabello lucía bien cuidado. El bronceado que provenía de años entrenando bajo el sol se había reducido por los meses de encierro, dándole al tipo un aire de juventud e ingenuidad.

Fredo vio la mordida en la manzana de Adán del hombre, sus labios también estaban mordidos. Había una cadena que ataba el tobillo del hombre al poste de la cama...

¿Su hijo realmente lo estaba comiendo de esa forma?

Fredo era escéptico, su hijo podría jugar con el tipo, pero no llegaría hasta el final y no usaría nada más allá de sus manos.

Lo sabía porque su hijo nunca se había interesado en ese tipo de cosas.

Cuando otros adolescentes estaban buscando libros ilustrados o lanzándole flores a las chicas, su hijo estaba engañando al Reino Endable con su acto de niño enfermo. El chico lo había mirado en blanco cuando le explicó los maravillosos y vergonzosos cambios de la pubertad.

De los dos, fue Fredo quien había salido más incómodo de esa charla.

Como sea, su hijo no había mostrado interés en esas cosas, pero Fredo también era consciente de las cosas que su hijo podría lograr por un poco de información.

Creating a Monster || TCFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora