Jules regresa a Atlanta tras estar tres años fuera del país y se reencuentra con sus amigos de la infancia... Algunos no tan amigos, ¿podrá ella comenzar a desarrollar algo por ésa persona especial? ¿O conocerá los verdaderos rostros detrás de aquel...
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Julietta Blanco - Atlanta, Georgia.
- ¡Jules, baja, los Walton llegaron! - informó mi papá desde el piso de abajo.
Tomé una gran bocanada de aire y me dí un último asentimiento frente al espejo, una pequeña sonrisa se posó sobre mis labios, debía fingir que todo estaba bien.
Bajé las escaleras con mis piernas temblorosas, procurando no tropezar en ningún escalón debido a los nervios.
Cuando llegué abajo los vi, dejando sus abrigos y brindandoles una sonrisa a mi padre.
Ellos fueron quiénes más daño le hicieron...
Quería golpearlos hasta el punto en el que pierdan el reconocimiento, necesitaba lastimarlos.
Pero prefería hacer las cosas bien, lento, iba a ser peor si el plan estaba bien ejecutado, no iba a permitirme fallar, no ahora.
- ¡Jules! - Javon exclamó en una amplia sonrisa apenas me vió.
Se acercó a mí y me envolvió en sus fuertes brazos.
Su aroma a perfume de hombre me embriaga, deseando que, tal vez fuera una mejor persona...
Reaccioné algunos segundos tarde, allí fué cuando correspondí su abrazo, quería salir corriendo de ahí.
- ¿por qué mierda no respondías mis mensajes ni llamadas? - se separó bruscamente para tomar mi rostro entre sus manos.
¿Ahora no te importa que te vean conmigo, Walton?
Pues que se joda.
- lo lamento, Jav, estaba un poco decaída por lo que pasó con papá, la pelea, y el odio repentino que me gané en redes.
- linda... - musitó acariciando mis mejillas com su pulgar, cerré mis ojos al sentir su cálido tacto - debiste haberme respondido, te hubiese consolado un poco.
Hijo de puta, estoy mal por tu culpa y ¿ahora me querés consolar? Forro.
- sí... Lo lamento, sólo no quería hablar con nadie - desvíe mi mirada de sus hermosos y profundos ojos.
¿Por qué tiene que ser tan hermoso? Hace las cosas más complicadas
- pero conmigo sabes que puedes... Y si no quieres hablar, bueno, puedo abrazarte, besarte... - con cada palabra acortaba aún más la distancia, acercándome hacia su cuerpo con sus manos en mi cintura.
- mhm, me gustaría éso - le dí una pequeña sonrisa - pero debes alejarte - frunció su ceño cuando tomé sus manos y las separé de mi cuerpo - no vaya a ser que tu familia nos vea.
- oh, por éso tu no te preocupes - me aseguró volviéndose a aferrar contra mí - me gustaría que se enteren - forcé una sonrisa al oír ésto, pero por dentro estaba confundida, ¿qué cambió ahora?
