capitulo 7

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Erick's pov;

Volví a casa con las piernas temblando y las manos y la frente bañadas en sudor. Había intentado mantener mi fachada de Don Juan el mayor tiempo posible, pero si ese momento seguía así como estaba, seguro me hubiera orinado encima.

Hace mucho que no coqueteaba con nadie y ___ logró ponerme extremadamente nervioso. La forma en la que me miraba, sus gestos, su voz, todo hacia que mi interior diera vueltas como un carrusel.

- Papi... - La voz adormilada de Isa me hizo volver a la realidad. La mire, aún con una expresión asustada en mi rostro - ¿Dónde estabas? Te llamé desde el teléfono de la cocina.

- Lo sé, mi amor, me llegaron las llamadas. - Me puse de cuclillas y la alcé en brazos, llevándola de nuevo a su cuarto. - Lamento haberte dejado sola, papá necesitaba tomar aire.

- ¿Te sientes mal, papi? - tocó mi frente con su manito y en seguida la quito - ¡Puaj! Estás todo sudado.

Me reí.

- Ya sé, mi vida. Debo darme un baño y tú debes dormir. Así que dale, a soñar bonito. - acaricié su cabello y la ayude a arroparse.

Cuando se durmió salí de la habitación, tome ropa limpia de mi armario y me metí a la ducha. De nuevo me plasme en ese momento frente al edificio de ___ y en todo lo que había pasado en el café, ¿Qué demonios me ocurrió ahí? Yo me había encargado de esconder a ese Erick coqueto y cariñoso durante mucho tiempo, pero ella con tan solo dos palabras, logro hacerlo salir otra vez y quizá fue eso, fue que era ella quien lo hizo. De ser otra persona, hubiera llamado a la policía y la hubiera dejado a su cargo, pero no podía hacerle eso a ___, sentía que yo debía cuidarla.

Y aunque no debía coquetearle por una tontería como lo era agradecerme por acompañarla, lo hice. Lo hice porque se dió el momento, porque ella estaba alterado mi sistema y porque sentí el fugaz deseo de darle un beso.

Entonces pensé en Siana, quién yo creía el amor de mi vida; ella me marcó como nadie lo había hecho y yo prometí no volver a enamorarme, pero estaba seguro de que ___ era diferente. Que ella me haría bien.

Podía intentarlo y lo haría.

[...]

Normalmente pasaba por el café en la tarde después de volver del trabajo, pero esa vez decidí ir en la mañana solo para poder verla. Entré y sonó la campanilla de la puerta, haciendo que Sara viera en dirección a donde yo estaba. Frunció el seño confundida y yo solo le sonreí, buscando a ___ con la mirada.

Entonces ella salió de la bodega llevando dos bandejas de galletas de chocolate en cada mano, una apilada sobre la otra. Rápido me acerque a ella y le quite dos de las bandejas.

- Creo que necesitabas ayuda. - chisté con diversión. - Buenos días.

- Hey, hola. Que raro tenerte aquí tan temprano.

- Quería verte.

¡Y Pum! se le cayeron ambas bandejas al suelo cuando me oyó. ¿Acaso no le había gustado que viniera a verla?

Quizá fue una mala idea.

bufé con desilución y me agache para ayudarla a recoger todo. Ella lucía nerviosa, pero mantenía una sonrisa, eso significaba que si le había agradado mi visita. Me sentí exageradamente contento.

- Lo siento, no quería ponerte nerviosa y hacer que arrojaras todo al suelo. - Reí. Ella alzó la cabeza para mirarme y su cabello desordenado cayó sobre su rostro. Corrí un mechón con mi dedo y pude notar sus casi invisibles, pero hermosas pecas. - No había notado tus pecas.

Se sonrojó.

- No me gusta como se ven, suelo taparlas con maquillaje.

- Ya no lo hagas, luces preciosa con ellas.

- Que adulador, lo tomaré en cuenta- sonrió con mofa y se levantó, alzando junto con ella la bandeja. - Dios mío, que vergüenza.

Murmuró lo último y entonces me di cuenta de que nos estaban mirando, incluso Sara. Lancé una mirada asesina a los demás clientes y voltearon la cabeza.

- ¿Todo bien por aquí? - Sara se acercó a nosotros con una expresión juguetona.

Yo asentí - Fue mi culpa. La sorprendí un poco.

- Escuché muy bien que venías a verla. Así que dejen que yo me encargue de las galletas y ustedes vayan a sentarse allá a charlar. - hizo que diéramos vuelta y nos empujó sutilmente hacia una mesa vacía. - Va, va, va.

- Perdón, Sara es muy metiche a veces. Bueno, lo es siempre. - ___ revoleó los ojos y se sentó en la silla frente a la mía. - ¿Quieres beber algo?

- No, cariño. Estoy bien.

- De acuerdo. Entonces, ¿Querías verme?

- Así es.

- ¿Y a qué se debe tan repentina decisión? Por lo que he oído usted jamás rompe su rutina y que venga a verme a esta hora es bastante inusual, señor Erick.

- ¿Lo olvidaste? - inquirí con picardía. - Debo decifrar cuál es tu tipo.

- Ah y quieres empezar desde temprano. - respondió con el mismo tono. - Me parece bien. Me gustan los que toman la iniciativa por la mañana.

- Es bueno saberlo. Quizá venga más seguido a esta hora, pero... - hice una pausa, mirándola directamente a los ojos - Solo si tú me recibes.

- ¿Y qué otra persona lo haría? Si no hay más personal, tonto. - se rió.

Touché. Me ganó el flirteo.

Iba a responderle justo cuando mi teléfono comenzó a sonar, era mi jefe. No me había dado cuenta de la hora y ya iba muy tarde.

Me levanté apresurado y acomode mi ropa con las manos - Mierda. Lo siento, debo irme, mi jefe me está llamando.

- Vé tranquilo, nos vemos en la tarde cuando vuelvas del trabajo.

- Sin falta. - guiñe un ojo y me levanté para irme, sin antes lanzarle un beso al aire. - Nos vemos.

- ¡Adiós!

Ella me saludo con la mano y yo me dirigí hacia el estacionamiento para tomar mi moto e irme corriendo al Bar.

Estuve todo mi turno con cara de feliz cumpleaños. Mis compañeros no entendían que me pasaba, ellos jamás me habían visto actuar tan animado y los entendía, porque incluso para mí era raro verme y sentirme de esa manera. Algunos se acercaron a preguntar, pero yo evadí el tema, no me interesaba contarles de mi vida amorosa, lo único que tenía en mente era salir rápido para volver a verla.

Sensaciones [Erick Brian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora