«Come»
Eso era todo lo que la nota decía.
Arrojaste el plato a la pared y lo hiciste pedazos, el trozo de carne cosida cayó al suelo, ni siquiera pareció ensuciarse con la polvareda de meses que se acumulaba allí. Maldición, te habría gustado que se llenase de tierra, porque entonces tendrías las excusa perfecta para no comerlo.
Pero cuando la puerta se abrió de golpe y las dos figuras entraron, comenzaste a pensar que sería mejor morder la fruta que el Diablo ofrecía.
No. No caerías en ello. No eran tan sádica.
—¿Eh? ¿No tienes hambre todavía? —se burló Rindou. Levantó un pedazo de carne cruda y lo arrojó al suelo frente a ti.
Ni siquiera te levantaste del rincón, no les harías saber el hambre que cargabas.
Después de todo, llevabas semanas sin comer bien. Pero aquella carne…
—Oh vamos, es la tía de la que tanto te quejabas —agregó Ran, que con su bastón apartó la sábana que cubría tu cuerpo, dejando ver tu desnudez.
Miraste la carne cocida y pensaste en la hermana de tu madre. Siempre habías odiado sus maneras despectivas de referirse a ti, y siempre habías deseado que se alejarse para siempre de tu vida.
Pero haber cocinado partes de ella para luego dártelas de comer… definitivamente no era la solución que habías esperado.
—Pudo ser peor —Rindou se encogió de hombros—, pudimos haberte traído a tus padres o a tu hermanito. Agradece que ni siquiera la querías a esa puta.
—La única puta aquí es su madre —escupiste con odio y los labios resecos—, debería haber cerrado las piernas antes de haberlos dado a luz a ustedes.
Ambos sonrieron. Siempre expresaron cuánto admiraban tu carácter.
La vara de Ran se estrelló en tus costillas sobresalientes, la piel de rompió y la sangre te hizo recordar lo viva que estabas, y el poco dolor físico que eras capaz de sentir ahora. Aún así cerraste los ojos y te mordiste el labio, porque todavía podías percibir el escozor, y ardía como un hijo de puta.
El hermano de las largas trenzas te tomó del cuello y estrelló tu cuerpo pequeño contra la pared, tu espalda absorbió el impacto y tus vértebras reverberaron ante tal golpe. Mierda, todavía dolía estar viva y débil, pero respirando y consciente; luchaste tantas veces por dejar de respirar, pero solo lograbas desmayarte y despertar en medio de una paliza, cortesía de los hermanos.
Y no tenías instrumentos para un suicidio.
Sólo te quedaba morir de hambre.
El hermano de los mechones azules y amarillos tomó la carne cocida y la colocó sin delicadeza en tu boca, no cabía el trozo completo en tu garganta pero poco pareció importarle, porque empujó hasta que parte del corte te acarició la garganta y el pedazo entró por completo.
Te hizo falta el aire y tuviste más de una arcada. Por la fuerza con la que te la habían puesto en la boca, y por el hecho de que era carne completamente humana.
—Mira Rindou, es el tatuaje de su tía —se burló Ran con su mano en tu cuello—, la flor de loto.
Ambos rieron, las lágrimas brotaron de tus ojos.
Rindou adoptó de pronto una expresión seria y sus ojos se oscurecieron.—O comes, o el próximo al que te traiga en bandeja será a tu hijo.
No dudaste en masticar lo que podías. Mientras le pedías al cielo, que tu pequeño de seis meses aún estuviera vivo.
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PERROS SALVAJES || TOKYO REVENGERS
Fanfic¡PRECAUCIÓN! Que llegamos los Perros Salvajes. Así que no nos culpen de lo que pase