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Trabajar en un restaurante era tener que lidiar con todo tipo de personas, Luka era conocido como una persona introvertida y, como tal volvía a casa con su batería social en cero.

Su espalda pesa mientras camina deseando no encontrarse a nadie fuera de sus apartamentos, un dolor de cabeza que se extiende desde su nariz hasta sus ojos punzando sin piedad; está demasiado silencioso en el pasillo aunque no sea tan tarde, arrastra los pies, cansado lo suficiente como para esforzarse en levantarlos.

Un silbido lo asusta haciéndolo brincar, sabe de quién es el dueño y a pesar de su reacción, pretende no haber escuchado nada y sigue caminando.

- "Te estaba esperando, precioso"-.

Es incómodo y asqueroso, Luka finge no haber escuchado nada y mantiene su camino ahora con zancadas más largas, que su apartamento estuviera casi hasta el fondo del pasillo era una maldición. El dueño del comentario no era la primera vez que se le cruzaba en el camino, no sabe su nombre porque no le interesa conocerlo, pero aparenta doblarle la edad y tal vez debería darse un baño antes de ser un pervertido que acosa a los demás residentes del lugar.

Se ha quejado un par de veces, no es la única persona que lo ha hecho, pero nunca obtienen una respuesta a cambio, así que aprendió a ignorarlo y pasar de largo esperando que se rinda antes de intentar siquiera acercársele; es lo que hace ahora y consigue el mismo resultado, está tenso mientras camina, sabe que le está hablando pero hace todo lo posible para no escucharlo hasta que se oye el sonido de una puerta cerrarse detrás de él.

Suelta el aire que no sabía que estaba reteniendo, llega por fin a la puerta que lo separa de su extraño concepto de hogar, busca las llaves en su bolsillo y cuando por fin tiene la que necesita entre sus dedos se da cuenta que nunca tendrá la opción de llegar tranquilo y en silencio al sofá.

- "¡Oh, Luka!, ¡hola!"-.

Detiene todo movimiento con las llaves en la mano y la puerta entreabierta, escuchando al dueño de la voz acercarse por la espalda. Pique, su vecino del frente que Cris y él coincidían que nos les agradaba para nada, era un charlatán narcisista que si tenías la desdicha de encontrártelo en el pasillo, se tomaría la mitad de tu tiempo hablando de cosas que a nadie le interesaban.

Es un aburrido que tiene suerte de que Luka sea demasiado amable como para dejarlo tirado. El croata se da la vuelta apretando las llaves entre sus dedos, dejando sus nudillos marcarse del color blanco y mira al hombre más alto con una sonrisa más forzada que su amabilidad.

- "¿Vienes del trabajo?"-.

- "Sí, y estoy-"-.

- "Genial"- ni siquiera lo dejo terminar, Luka pone los ojos en blanco y sabe que es su señal para difuminar su mente y fingir interés aunque no esté escuchando ninguna palabra. -"Oye, ¿viste el partido de anoche?..."- y lo elimina, transformando cualquier palabra coherente en un «bla, bla, bla» sin sentido.

El hombre parece nunca acabar, su boca se mueve sin parar y Luka realmente quiere entrar a su apartamento y tirarse en su cama, en su lugar ve al catalán que al menos le lleva veinte centímetros mover las manos sin cesar, hablando de quién sabe qué y deseando que solo cierre la boca. Hay un momento en el que Cris abre la puerta para despedirse de Leo que parece estaba ese día con él, ambos, tanto portugués como argentino, se congelaron ante la escena, el croata pidió auxilio con la mirada, pero solamente volvieron a encerrarse detrás de la puerta, dejándolo solo de nuevo.

Se siente una eternidad aunque solo es el dramatismo por no querer estar ahí, está jodidamente cansado, acababa de llegar después de un largo día soportando clientes y de perder el apetito por el olor a comida durante horas, si algo quería era paz.

El reloj imaginario en su cabeza se sigue moviendo, está demasiado incómodo y su apartamento parece llamarlo a entrar y encerrarse para olvidarse de sus responsabilidades al menos lo que resta de la noche. El «bla, bla, bla» sigue y sigue y Luka quiere cavar un hoyo y enterrarse en él. Al menos hasta que parece él.

Él.

El ascensor se abre con el sonido de sus puertas, Luka gira a ver por mera curiosidad porque cualquier cosa es más entretenida que el catalán, quién también se giró a ver porque si algo existe entre vecinos es el chisme. El sonido del metal es seco, pero deja a la vista al dueño de sus sueños que trae unas bolsas consigo y camina fuera de las puertas.

Sus pasos no son pesados, se oyen suaves en el pasillo, no arrastra los pies como él y parece optimista cuando camina en dirección hacia el apartamento 512, Luka cree que se ve tan bien como siempre, lleva una camiseta ajustada que le da el toque a su cuerpo marcado y fuerte, lleva pantalones de mezclilla y una sonrisa preciosa mientras carga lo que parecen ser sus compras. El croata puede sentir su cabeza comenzar a dar vueltas mareada por el hombre que acaba de entrar.

Cuando el chico se para enfrente de la puerta de su apartamento, mira hacía ellos y parece detenerse en Luka, al que le dedica una sonrisa más amplia y un saludo de manos antes de desaparecer entre las paredes.

Entonces el croata se vuelve un desastre.

Joder, joder, joder, joder.

Puede sentir su cara quemarse encima de su piel, su labio comenzar a temblar y las mariposas aparecer en su estómago, revoloteando de tal manera que chocan con todo y le dejan ganas de vomitar, su corazón martilla con fuerza en su pecho, cada "thump, thump" le dejan el corazón en la garganta y el sonido en los oídos, entonces tiene que cerrar los ojos con fuerza y bajar la cabeza porque cree que se está muriendo.

Es como si un huracán acabara de pasar y lo dejó en el caos, las orejas le arden y la sangre se le subió toda a la cabeza dejando a sus manos temblando. Ni siquiera podría considerarlo una interacción, pero aquel saludo lo dejó sintiéndose morir, está mareado bajo las alarmas que se encendieron en su cabeza y en su imaginación corrió por todo su apartamento en crisis solo por aquello. Todo un cliché cuando su cabeza hace cortocircuito.

Y mierda, su sonrisa era tan linda.

- "Tsk, ese idiota"- escucha el quejido a su lado, sintiéndose como si acabaran de cortar todo el escenario que se armó en su cabeza, devolviéndolo a la realidad en la que estaba parado frente al aburrido de su vecino. -"¿Lo conoces?, es un imbecil"-.

- "Yo, eh, yo"- trata de decir, pero las palabras no se formulan en su boca porque su voz está tartamudeando; olvidó cómo hablar, olvidó cualquier palabra en español, cree que se olvidó hasta de su nombre ahora mismo.

- "¿Todo bien?"-.

Se siente borracho y quiere esconderse en el único lugar que controla, está extremadamente nervioso y es sorprendente como se puso tan mal solo por estar tan enamorado. Busca la puerta a su espalda con sus manos, alejándose del más alto sin dejar de mirarlo, aunque su mirada esté borrosa.

- "Sí, sí, sí, sí. Yo... tengo que irme, debo calentar mi cena ya sabes, ja, ja"- sus sentidos están dormidos cuando por fin logra entrar a su pequeña vivienda empujando la puerta con su pie para abrirle el paso y tomándola con sus manos cuando finalmente está dentro. -"Fue un gusto, nos vemos"-.

Y le cierra la puerta en la cara.

...

«Hoy volví a verlo. ¡Incluso me saludo!, se veía tan hermoso como siempre.»

Sergio trae bobo a Lukita

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Sergio trae bobo a Lukita. Nos vemos :)

El Chico Del Apartamento 512 || lukamos [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora