¿Acoso o ayuda?

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—¿Esta lista, señorita?

—Sí.

—Te vez bellísima, como siempre.

—Gracias por el piropo, tú te vez tan sexy y masculino.

—Nos vamos, tenemos que llegar a tiempo.

—Sí.

—¿Por qué me trajiste al callejón del beso?

—Para vivir nuestra historia de amor desde el principio al cien. Quiero que sea memorable.

—Te amo.

—Te amo.

Cada uno entró a una casa diferente; Jazz subió las escaleras encontrando un ventanal enorme, al cruzarlo salió al balcón, le llamó la atención un reloj metálico que marcaba las tres de la tarde, era raro de alguna forma, se encontraba en un pedestal de metal, todo era negro. Escuchó ruidos en la terraza de enfrente y vio que llegaba Chema, él se acercó estirando las manos para que ella fuera a su encuentro. Sin mediar palabras, Jazz se inclinó lo más que pudo, tomándolo de las manos, ya que no era mucha la distancia que los separaba, donde se encontraba ella estaba a un nivel más bajo, pero empezaron a besarse. En cuanto el beso se volvió más intenso Chema soltó su mano izquierda y acto seguido Jazmín sintió un dolor agudo en el pecho, dejo de besarlo y vio la daga incrustada en su pecho, luego vio como José María la tomaba de sus hombros para empujarla hacia el abismo. La muchacha se trataba de detener la sangre que brotaba del pecho con la mano izquierda y con la mano derecha lo tomó del cuello para detenerlo. Solo logró enredar las manos en el maldito colgante circular con el grabado del elefante, de nada sirvió porque terminó cayendo al vacío.

Jazmín despertó aterrorizada, empapada de sudor. Prendió la lámpara de su buró y en cuanto el cuarto se iluminó vio como alguien corría desde la pared en la que está pegada la cabecera de su cama hacia su ropero, el cual no se alcanzaba a iluminar. Al ver la silueta de la persona corriendo gritó asustada. Se paró lentamente de su cama para no hacer ruido tomando el florero que tenía en el buró, sacó las flores que le regaló Chema y camino sin hacer ruido para no alertar al intruso. Llego al espacio de la pared y el ropero donde había visto correr a la persona para esconderse y no encontró a nadie. Prendió la luz de la habitación, abrió el ropero, miró debajo de la cama y se encontró con el mismo resultado, no había a nadie. Ante todos los indicios y a pesar de constatar que estaba completamente sola en la habitación, tenía la sensación de estar siendo observada. Se cambió de ropa, abrió la puerta de su cuarto y se fue a dormir con su hermana, ya que se sentía muy nerviosa, percibía que algo no estaba bien. Llegó iluminándose con la linterna del celular y se acostó en la cama, muy pegadita a su hermana para poder sentir la seguridad de que estaba protegida por alguien. No sabía cuánto tiempo más soportaría las pesadillas, de menos esta noche no había despertado a Zenaida. Se puso a buscar alguna solución en Google, ya que no quería que nadie se enterara de su problema, y al estar peleada con Nadia había cerrado la posibilidad de platicar lo que le pasaba. Hablarlo con su amiga era como su válvula de escape que cuando se abría podía escapar la presión que ejercían en ella los horribles sueños, lo que hacía que no explotara y dañara a sus seres queridos con sus más profundos temores. De pronto se encontró con la respuesta, ayuda psicológica, se sentía como una tonta, tenía una posibilidad de terminar con su martirio de una vez por todas.

Al día siguiente Jazmín llegó a su trabajo, como siempre quince minutos antes. El colegio estaba vacío, ya que eran las siete quince de la mañana, solo se encontraban los vigilantes de la entrada. Aprovechó que el lugar estaba solo para hacer un video de cómo se hacían credenciales para los alumnos, ya que control escolar tendría que realizar las credenciales para los chicos que viajaban al intercolegial, que este año sería a mediados de noviembre. Tomó su celular y grabó todo el proceso de cómo hacer las credenciales sin ningún inconveniente. Se accionó solo el Walkie Talkie mientras estaba grabando y se escuchó la interferencia, pero sin ningún problema terminó el videotutorial. Descargó el video en la computadora y lo adjuntó en un correo con las indicaciones y lo mandó a Maritza. A media mañana se fue a desayunar con Luca ya que ahora era con el único que podía acompañarla por el horario. Al regresar tenía a la chica de control escolar platicando con María en su escritorio.

—Listo Mari, muchas gracias por cubrirme. ¿Algún pendiente?

—No conmigo, pero qué onda con tu video

—Si Jazz, estaba revisando el video y no es gracioso. Se me pusieron los pelos de punta.

Jazz las miró extrañada volteando a ver directamente a Maritza.

—¿Por qué? ¿No te gusta cómo explique? No entiendo.

—Abre el video en tu computadora y ve a lo que me refiero.

Abrió la carpeta donde había guardado el video empezándolo a reproducir. Se vio la pantalla de la computadora y después se escuchó la interferencia de los walkie talkie y al mismo tiempo la imagen se distorsionó, se puso en negro y se veían dos líneas como cuando las televisiones viejas no tenían señal, escuchándose una cacofonía que repetía ¡Sema, ayuda, Sema ayuda, aleja! Terminó de reproducirse eso y continuo el video explicando como realizar las credenciales. Cuando Jazz estaba viendo lo que grabó desde el inicio del video sentía toda su piel erizada y sentía un frío intenso en la nuca, empezó a sentirse pálida como cuando se baja la sangre a los pies, no alcanzó a correr porque se mareó. Se sentó en el piso y se arrastró hasta el bote de basura vomitando su desayuno y al terminar cayendo desmayada.

Cuando Jazz volvió en sí, Malena, la doctora del colegio estaba con ella. Después de hacerle muchas preguntas para ver si sabía dónde se encontraba, tomó su presión, midió la glucosa y tomó temperatura. Todo se encontraba a la perfección, lo único que si le comentó era que se veía muy cansada y que a pesar del maquillaje las ojeras estaban más marcadas que de costumbre. Le habían salido desde hace un año, pero ese día por la mañana no las pudo ocultar ni con el mejor de los correctores. Jazz se sinceró contándole que estaba pasando por periodos de estrés y que no podía conciliar el sueño. Comentó que al salir del trabajo pasaría a ver métodos anticonceptivos y que quizás tendría la posibilidad de conseguir un psicólogo, si el tiempo le alcanzaba, ya que tenía un año con pesadillas. La doctora le ayudó a tomar la mejor opción para ella en cuanto anticonceptivos, le recomendó el utilizar los parches, ya que le venían bien porque podría iniciar de inmediato, debido a que se encontraba en su periodo, eso le quitaba un poco de presión, por lo que no tendría que dejar a su sobrino encargado con Conchita. Le proporciono el número de un psicólogo muy bueno amigo de la doctora. Jazz agradeció sinceramente y se disponía a salir cuando llegó Genaro con Nadia muy preocupados por ella. Su amiga corrió a abrazarla y le pidió perdón y le dijo que se había asustado mucho cuando se enteró lo que le había pasado. Como a la muchacha no le gustaba ser el centro de atención pidió que la acompañara al baño, para hablar tranquilamente con ella.

En el baño le contó de Chema, pero le ocultó que era el chico de sus sueños, ya que no quería tener que justificar su cabezonería por no alejarse de un probable asesino. Conocia a Nadia y lo que más le preocuparía sería averiguar que los dos se estaban comportando tan intensos al llevar la relación tan rápida, por lo que se cuido de hablar más de la cuenta.

Cuando Jazz salió del baño su amiga volvió a la caja a cobrar a un padre de familia que ya la esperaba. Ella se dirigía a su lugar de trabajo cuando Genaro le salió al paso y la acompañó diciéndole que si necesitaba días para descansar tenía a su disposición dos días económicos para que se recuperara por completo. El muchacho se veía muy preocupado por ella, pero ese sentimiento se terminó cuando al llegar a recepción vieron un ramo de lirios, lilas y rosas, con una tarjeta en el centro del arreglo. Él no dijo nada en cuanto se enteró que eran para ella, solo giró y se alejó de ahí. Jazz agradeció a María que la cubriera y tomó la tarjeta emocionada para leerla.

—Sé que es muy rápido, pero siento que te amo. Tuyo José María.

—En cuanto leyó el mensaje sintió como le dio un brinco su corazón. Tomó su teléfono y le marcó.

—Hola guapo.

—Hola ojos hermosos, cara de ángel.

—Yo también creo que te amo, pero siento que algo nos separa.

—Yo siento que algo nos une.

—Me encantaron las flores, muchas gracias.

—El sábado ya tendrás tiempo de agradecerme como corresponde. Escucha estoy en la obra y tengo que colgar, pero quiero que sepas que pensaré todo el tiempo en ti.

—Yo también, adiós.

En tus sueños o los míosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora