¿Olvidaste tan pronto?

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—¡Te estamos esperando tía, corre y súbete a la camioneta!

—¡Ay que gritones los tres, no dejan que vaya a la tienda por golosinas porque la desesperación los consume!

—¿Amor, estas emocionada por ir a la selva?

—Claro que sí.

—Pues que bueno, porque ya llegamos.

—Que hermosa es, esta llena de plantas, espero que no haya animales sueltos por aquí.

—Si los hay por eso se llama la selva.

—¡Rodri, Tony vuelvan, no corran así por la selva les puede pasar algo!

Los niños ya habían corrido por lo que fue imposible que la escucharan, Jazmín también bajó de la camioneta y corrió detrás de los niños como desesperada. Se topó con ramas y espinas, como pudo encontró el camino por el que su sobrino y cuñadito habían corrido. Chema corría detrás de ella y llegó a tiempo para ver como los niños eran aplastados por un elefante gigantesco por lo que no pudieron hacer nada. Chema tomó a Jazz entre sus brazos, no dejaba de gritar aterrorizada termino abrazándola con fuerza, pero el abrazo cada vez aumentaba de intensidad por lo que no podía respirar. Empezó a luchar por zafarse de sus brazos, pero no le daba oportunidad de moverse, de repente aflojó el agarre y ella rasguñó su cara hasta su cuello y ahí fue cuando vio el colgante circular con el elefante grabado, y comenzó a gritar desesperada.

—¿Me recuerdas? —Preguntó Chema con voz chillante, algo que hizo erizar la piel de Jazz.

—¡No, otra vez! No, por favor mamá detente, ¡por favor!

Chema la soltó, pero la apuñalo tan rápido que no pudo reaccionar. Cayó al piso y se desangro lentamente, vio como su sangre cubría el suelo húmedo de la selva, hasta que su corazón dejo de bombear la última gota que contenía su cuerpo.

Zenaida agitaba a su hermana para que despertara y dejara de gritar, parecía que la estaban matando y al parecer su madre no la dejaba en paz, porque la mencionó entre sus gritos de terror. Jazz volvió en sí y despertó lentamente, estaba bañada en sudor, y desorientada.

—¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Qué día es? ¿Dónde está Chema? ¿Qué horas son? —Jazz se tapó la cara con las palmas de sus manos y comenzó a llorar sin parar por diez minutos.

—¿Ya estas mejor?

—Creo, me puedes responder. —Dijo Jazz poniendo un puchero y tomando los pañuelos de papel que le entregaba su hermana para limpiar su cara y su nariz.

—Son las tres de la mañana, es martes, ayer tu llegaste de viaje con Chema. ¿Te acuerdas?

—Sí.

—Estas en tu cuarto y en tu cama, al parecer tuviste una pesadilla con mamá; y Chema me imagino que está en su casa. —En ese momento timbró el celular de Zenaida que traía en la mano aún con la linterna encendida que usó para poder llegar hasta el cuarto de su hermana en la obscuridad. Lo contestó extrañada de que la llamaran a las tres de la mañana de un número desconocido.

—Bueno.

—¿Zená?

—Si, ¿quién habla?

—Soy Chema.

—¡¿Chema?! —En el momento en el que Zená pronunció su nombre las ventanas del cuarto se abrieron azotándose contra la pared y el espejo del tocador se cuarteo de arriba abajo.

—¡Ya basta! —Gritó Jazz.

—Perdón que te moleste, pero tengo todo el día tratando de comunicarme con tu hermana, me imagino que no funciona su teléfono, acabo de tener una pesadilla muy vívida; y recordé que Alex las visitaba hoy y le pedí tu número. Disculpa que te llame tan tarde, pero necesito saber que Jazz está bien, podrías revisar su cuarto, por favor. No la despiertes solo ve que no haya un hombre ahí.

—Te la paso.

Chema y Jazz hablaron toda la noche por lo que casi no durmió Zenaida ya que su hermana se encontraba en su habitación para "dormir con ella". Así fueron todas las noches de la semana con la diferencia de que no volvió a utilizar el celular de Zenaida, porque al día siguiente Chema mandó un celular nuevo al colegio para que pudieran estar en constante comunicación. Jazz lo aceptó, pero con la consigna de que lo pagaría en cuanto recibiera su aguinaldo.

En tus sueños o los míosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora