(re)encuentro

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Sana tuvo que pensarlo tres veces antes de tocar el timbre de la casa de Momo

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Sana tuvo que pensarlo tres veces antes de tocar el timbre de la casa de Momo. La última vez que estuvo ahí, seis años atrás, la situación era muy diferente. Se habían escapado del colegio durante una actividad deportiva, aprovechando el desorden que habría durante un par de horas para que nadie note su ausencia. En un inicio, Sana se encontraba satisfecha con pasar ese tiempo en algún salón alejado, pero la insistencia de Momo sobre que no le gustaba que sea silenciosa la había llevado a aceptar que la lleve a casa. Pocas veces lo hacía, de hecho, Sana se maravillaba de tener a Momo en su habitación cada que quisiera, pero la casa de la pelinegra quedaba a tan solo unas cuadras del colegio, y sabían que debían volver pronto.

Esa noche, sin embargo, la situación era algo diferente. Sana no sabía con qué cara se supone que tienes que saludar a tu ex amiga con derechos, con la cual no te hablas hace seis años, y encima de todo, está más buena que nunca. Antes de tener más tiempo para sobrepensar, se armó de valentía y tocó el timbre.

Ya estaba respirando con fuerza cuando una chica abrió la puerta y se le lanzó encima. Sana se sobresaltó, pero al instante se dio cuenta de que era su mejor amiga del colegio.

— ¡Hasta que por fin te dejas ver, ingrata!— Nayeon chilló en su oreja, y Sana tuvo que agarrarla de los brazos y calmarla un poco.

— No seas exagerada. No te he visto en, ¿qué, cinco semanas?

— Seis, y me parece una falta de respeto.

— Perdón, el trabajo...

— Ya, ya. Cuánto te apuesto a que sólo te estoy viendo hoy porque babeabas por Momo en el colegio.

Sana se puso roja. Si bien Nayeon y ella eran muy cercanas, nunca le había dicho a nadie acerca de lo suyo con Momo. Le daba demasiada vergüenza lo que podía pensar la gente. A ojos de los demás, ella siempre había sido una chica correcta, dulce e inocente.

— No inventes, Nay.

— Ya, han pasado seis años, no me lo vas a negar ahora. Si la mirabas como si fuera una pizza.

Sana murmuró una grosería y se metió a la casa, a lo que Nayeon le respondió con una carcajada mientras la seguía.

Pasó los siguientes minutos saludando a sus amigos y emocionándose por volver a ver a algunos luego de mucho tiempo. Sus ojos vagaban nerviosamente entre los presentes, buscando a Momo sin éxito. Era imposible que no esté, era su casa, pero en hecho de no verla de inmediato sólo hacía que sus nervios vayan en aumento. Al cabo de un rato, se cansó de sobrepensar y fue a la cocina por un vaso de agua (con lo que se ganó una mirada de intriga de Nayeon, al decirle que no necesitaba que la acompañen, que ya sabía dónde estaba).

teenage dream; samo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora