02. Es un peligro

45 11 0
                                    

Im Youso

Limpio el último espacio empañado en los ventanales de la pastelería y regreso a mi sitio.

—¡Ya llegué!

Escucho aquel grito como un cántico celestial. Aunque la voz de Hoseok de por sí es hermosa, en esta ocasión me ha resultado aún más angelica, celestial y sublime.

—Que bueno que ya estés aquí —comento con una sonrisa. Sin embargo, esta se borra al ver a la persona tras de él, que en lugar de saludar pasa de largo y me ignora por completo—. Que maleducado.

—¿Disculpa?

Mis ojos se abren sorprendidos, no pensé que diría eso en voz alta, creí que lo había reservado como un pensamiento solo para mí. No obstante, no me retracto, en lugar de eso encaro al chico que me mira con altanería y arrogancia. ¿Por qué este chico es así? ¿Y por qué Hoseok se junta con alguien como él?

Le ignoro, cruzandome de brazos, y sigo de largo al otro lado del mostrador. Escucho entre susurros el regaño que mi compañero empieza a darle a su amigo mientras me pierdo en la cocina.

En serio, no sé qué tiene ese chico en mi contra, pero cada vez que nos encontramos en el mismo espacio —que suele ser la pastelería— el lugar se torna un campo de batalla. Lo mismo pasó hace un par de semanas, claro, que aquella situación fue distinta y la verdad preferiría no recordarla en absoluto.

Paso al horno y retiro la plancha con los cupcakes que dejé horneando en cuanto el tiempo de cocción llega a su final, y mientras espero porque enfríen un poco introduzco una nueva tanda. Los que saqué son de chocolate y los que acabo de ingresar de vainilla, pero esos le a Hoseok verificar.

Me retiro el delantal, lo coloco en su sitio, enjuago mis manos y finalmente salgo de la cocina al encuentro con el rubio de sonrisa bonita y aura radiante.

—Acabo de sacar unos cupcakes y dejado en el horno otros cuantos —le aviso—. Ahí te los encargo.

—Claro, no te preocupes.

Le sonrío y voy al pequeño almacén a tomar mis pertenencias. Regreso y me encuentro solo con el niñito maleducado. Espero al retorno de Hosu y en cuanto lo hace me despido de él, recordándole que este fin de semana le toca solo. Primero hace una mueca pero sabiendo que no tiene más opción respira resignado y me pide que me vaya ya.

Me da pesar no poder ayudarle, pero tengo un proyecto encima que tengo que entregar antes de que el domingo llegue a su fin o reprobaré la materia.

—Yo también me voy —anuncia el otro.

Paso de él puesto que algo en mi interior me dice que lo ha soltado antes de que yo me vaya como una especie de señal. Le deseo buena suerte a mi amigo —que sé la necesitará debido a que los fines de semana es cuando mayor ventas hay— y termino por salir del local.

—Namjoon...

Es lo último que escucho antes de llegar a la calle y de inmediato colocarme los auriculares a los oídos. Si ese chico viene o no, igual le pasaré por alto.

Sí, es lo mejor.

Me concentro en el camino que debo recorrer hasta la parada de autobús, que justo hoy aparenta ser interminable, mientras siento sobre mi espalda el peso de su intensa mirada. Ignoro su existencia, o eso intento ya que al final no puedo tolerarlo más y termino por frenar en seco.

—¿Por qué me estás siguiendo? —escupo la pregunta fingiendo molestia, porque lo cierto es que me da nervios el que alguien como él me siga.

O que sea él, precisamente, quien vaya tras tus pasos, escupe la voz de mi interior con burla.

Durante este tiempo lo he estado analizando. A simple vista parece ser un chico maleducado y exasperante, pero más allá de eso podría resultar ser alguien peligroso —no en un mal sentido, pero sí para mis pobres hormonas—, sobretodo por la calidez que emana su mirada.

—No sé quién te sigue, noona, pero la calle es libre de ser transitada por cualquier persona —expone con sabiduría.

Aplano los labios.

—¿Por qué insistes en llamarme así?

—¿Así cómo? ¿Noona? —asiento—. Porque eres más grande.

—Solo soy dos años mayor que Hoseok, y supongo también de ti —apunto.

Veo sus intenciones por responder a mi comentario, pero dichas intenciones se transforman en un tirón de muñeca que me salva de ser arrollada por un pequeño niño en su patineta y me hace chocar de lleno contra su pecho. Su extravagante estatura me hace sentir enana —y eso que yo soy alta—, por lo que no dudo en alejarme de él.

Su mirada y la mía conectan un par de segundos antes de que aclare la garganta y con manos temblorosas vuelva a tomar los auriculares que me quité con brusquedad.

—Gracias —digo en referencia a su ayuda—, y adiós.

No me detengo a escuchar algo de lo que pueda decir y solo sigo mi camino. Cuando llego a la parada de autobús, mi corazón continúa latiendo desenfrenado y la boca se me ha secado.

Dios mío, definitivamente ese chico supone un peligro enorme para mí.

Dios mío, definitivamente ese chico supone un peligro enorme para mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

*Total de palabras: 867.

*Total de palabras: 867

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐆𝐎𝐎𝐃 𝐁𝐎𝐘 ━𝐊𝐍𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora