Singto vive enamorado de un guapo chico llamado Krist, del cual solo sabe su nombre y que por alguna razón casi siempre suele vestir con alguna prenda naranja.
Un día se le olvida uno de sus jerseys en la cafetería de la Universidad y entonces el mo...
En la mañana, Krist estaba por entrar en la cafetería y desayunar algo como habitualmente hacía pero de repente se detuvo.
—Chicos...emm... iros yendo vosotros, yo debo hacer algo antes.
Mike y Sam asintieron y aunque no entendieron, no dijeron nada y entraron al local.
Krist suspiró aliviado y a continuación esperó pacientemente a que el moreno caminase hasta allí, el cual había visto desde lejos por el rabillo del ojo.
—Singto, por fin te veo, ¿Puedo hablar contigo?
Este le miró molesto pues lo había tomado por sorpresa.
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—Pensé que me odiabas por ser un depravado—dijo dolido mientras cambió de rumbo y cogió un sándwich y un zumo en la máquina expendedora del pasillo.
—¿Por qué ya no desayunas en la cafetería, ni tampoco has venido a comer al comedor?
El moreno se paró y acto seguido se giró muy sorprendido de que el más joven se hubiese fijado en lo que hacía y en lo que no.
—No tenía hambre—dijo seriamente emprendiendo de nuevo el camino.
Krist resopló molesto.
—Estoy intentando pedirte perdón por lo que te dije, ¡quieres parar un momento por favor y escucharme!—le gritó deteniéndolo.
—Está bien, te escuchó—dijo el moreno apoyándose en la pared del pasillo, sin mucho entusiasmo.
-Gracias-dijo Krist tras resoplar- siento habérmelo tomado así pero no me lo esperaba. Ese jersey era de mi padre.
—¿Era?—Singto lo miró a los ojos y vio que estos estaban hundiéndose.
—Si...era, mi padre y mi madre murieron en un accidente hace unos meses y a él le encantaba el color naranja. Mis mejores recuerdos de él son cuando se los ponía, por eso sus jerseys son tan importantes para mí.
El moreno se sintió un tonto, ya que jamás creyó que Krist hubiese pasado por algo tan terrible.
—Siento haberte causado tanto sufrimiento, po-por no haberte devuelto antes el jersey pero en serio, no fue mi intención. Es que emm... me cuesta mucho relacionarme con la gente.
Krist entonces se limpió las lágrimas y sonrió.
—Yo te perdono, si tú me perdonas a mí.
El moreno asintió y sonrió también.
—Bueno, ¿nos vemos a la hora de comer?—preguntó de repente el más joven, tocándole el brazo y dejándolo sin palabras.
—Y-Yo emm...yo no sé...si emm...
Krist entonces rió.
—¿Tú sueles comer verdad?
El moreno asintió.
—Bueno pues por eso. Nos vemos en el comedor a la hora de la comida, chao—dijo feliz este mientras se iba hacía la cafetería corriendo.
Singto estaba alucinado, no podía creerlo pero siguió caminando hacia el aula de su primera clase del día.
—¿Qué acaba de suceder?, ¿acaso eso es una especie de cita?, ¿El chico de mis sueños quiere volver a verme y asegurarse de que voy a ir al comedor?—se preguntó con una innegable sonrisa.
Durante la mañana, tanto Krist como Singto estuvieron muy nerviosos y ansiaban que la hora de la comida llegase al fin, por lo que apenas se concentraron en sus respectivas clases.
El moreno evitó hacerse muchas ilusiones pues sabía que el que todavía creía novio de Krist estaría por allí y también lo pasaría mal cuando estos se besaran y demás pero aunque le dolía y no era lo que deseaba, prefería ser amigo de él a no ser nada.
Unos pisos más abajo, el alumno de primero estuvo pensando y recordando la sensación tan agradable que sintió al hacer las paces con el mayor.
La verdad era que no entendía muy bien lo que era pero apenas sabía nada de él, sin embargo le transmitía muy buenas vibraciones y algo le decía que seguro sería alguien importante en su vida.
Krist no buscaba el amor, lo suyo con Off había sido bonito y aunque ya había terminado, sentía que necesitaba pasar tiempo solo, sin atarse a nadie, conocer gente y divertirse como cualquier chico normal de dieciocho años.
Finalmente la hora de la comida llegó y los tres chicos fueron al comedor como el resto de los estudiantes que hacían uso de él.
Singto también acudió, encontrándose por los pasillos a sus compañeros de cuarto. que también iban hacia allá.
—Hola amigo, ¿qué tal estás?— habló New.
—Bien, ahora mucho mejor. Hemos hablado y él me ha pedido perdón.
—Eso es genial
—Me dijo que nos veríamos en la comida.
—Oye...¿qué me he perdido?— preguntó Ricky sin entender
Singto y New lo miraron y luego sonrieron.
—Estoy que me muero del hambre—dijo el moreno fingiendo desfallecer para disimular— espero que haya lasaña, la verdad, es lo que mejor sabe de aquí.
—Si, ok....vale ya lo pillo...estoy excluido de los cotilleos...lo acepto pero que sepáis que os odio mucho—bromeó Ricky haciendo un puchero aunque se le pasó al momento pues enseguida vio su novio acercarse.
Al llegar al comedor ya muchos estudiantes habían cogido su comida y ya estaban sentados, Singto miró a todos lados pero no vio a Krist, aunque si vio a Off, el cual le pareció extraño que no estuviese sentado en su sitio habitual.
Tras unos minutos en la cola esperando coger su bandeja, este sintió unos dedos que tocaban su espalda, entonces se giró y se encontró con Krist que le sonreía.
—Hola, me alegro mucho de verte aquí.
El moreno sonrió embobado.
—Tenía hambre—Soltó finalmente sin pensar.
El más joven empezó a reírse y a continuación le tocó el brazo suavemente, haciendo que éste se estremeciese.
—Que casualidad, yo también la tengo—dijo entre risas sin dejar de mirarlo.
Cada uno se sentó a comer en sus lugares habituales, solo que ésta vez hubo una excepción pues tanto Singto como Krist no dejaron de buscarse con la mirada y sonreír, sobre todo el moreno pues comprobó que junto al chico de sus sueños, ya no estaba el lapa del novio, sino que estaba sentado uno de sus amigos.
No sabía cuál era el motivo de que pasase eso pero sintió un gran alivio de verlo sonreír junto a sus amigos y no llorando o muy serio, como lo había visto en días anteriores.
