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—Mi nombre es Heejun —susurró el niño a su lado, con su rostro encharcado por las lágrimas, sus ojos rojos e hinchados, pero aun así, le sonrió tímidamente—

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—Mi nombre es Heejun —susurró el niño a su lado, con su rostro encharcado por las lágrimas, sus ojos rojos e hinchados, pero aun así, le sonrió tímidamente—. ¿Cuál es el tuyo?

Muñequito abrió la boca, sin embargo, no salió sonido alguno porque no lo recordaba.

¿Nombre? ¿Qué era eso?

—Muñequito —murmuró en respuesta, estremeciéndose cuando su voz salió ronca, ya que llevaba una semana sin hablar.

A Señor Shin no le gustaba que hablara, pues estaba rompiendo las reglas, y si rompía las reglas, significaba que iba a ser castigado. Muñequito no quería eso, él deseaba ser muy bueno para que así le dieran un premio.

Heejun frunció el ceño, confundido. Muñequito recordaba que lo trajeron sólo un mes atrás, por lo que su entrenamiento era bastante pobre todavía, pero pronto llegaría un momento en el que se rompería por completo.

Todos los juguetes se rompían en algún momento.

—Ese no es un nombre —dijo Heejun con expresión de reprobación—. ¿Cuál es tu nombre?

Sus labios temblaron cuando quiso volver a hablar, pero gracias a dios no lo hizo, porque Señor Shin entró en ese momento.

El resto de los juguetes en el cuarto se quedaron quietos, a la espera de que ocurriera algo, sin embargo, Señor Shin caminó hacia Heejun. Lo agarró del brazo y le hizo gritar.

—¿Qué haces molestando a Muñequito, Perrito? —le dijo con voz enfurecida—. ¡Te dije que estaba prohibido!

—¡Duele! —lloró Heejun, agarrando a Muñequito del brazo también—. ¡Di-dile que no!

Muñequito no reaccionó, su mandíbula endurecida, sus ojos mirando a otra parte.

Resonó otro grito y un golpe seco mientras arrastraba a Heejun fuera de allí. No. No se llamaba Heejun, era Perrito. Perrito.

Muñequito repitió aquello durante el resto de las horas.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Señor Shin más tarde, sosteniendo a Perrito contra la pared. Todos los juguetes miraban la escena sin reaccionar. Había rastros de sangre por todo el cuarto.

—He-Heejun —balbuceó el niño.

Otro golpe. Otro chillido. Otro llanto. Pero nadie se movió.

Muñequito no reaccionó, porque sabía muy bien lo que ocurriría si lo hacía.

—¿Cuál es tu nombre? —repitió Señor Shin. 

—He-He-Heejun...

"Por favor. Por favor, dale lo que quiere", parecían decir todos los juguetes allí.

Muñequito de Porcelana ✧ YoonTaeGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora