Prólogo

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Julliet
Entrar a un escenario nunca es fácil.
Las luces intensas queman tus ojos, sientes como el maquillaje y vestuario de 《El Cascanueces》son casi insoportables como para llevarlos encima por apenas unos segundos.
Todos nos sentimos nerviosos alguna vez en nuestras vidas, cuando llegas nuevo a la escuela, cuando expones un seminario, cuando estás en una entrevista de trabajo, en las primeras citas, en las citas a ciegas, en las primeras veces o en mi caso...cada vez que subo al escenario y entre saltos y giros cuentas una historia que solo la música clásica, las Pirouette, Arabesque y Grand Jeté hablan por mi, mi cuerpo expresa la historia de como el príncipe embrujado por una ratona y convertido en un juguete junto a un niño vencen al rey ratón aunque todo fuera un sueño.
Termina el primer acto y todos corremos a bastidores a prepararnos para el segundo acto.

—Estás fenomenal esta noche, Julliet— comenta Andrea mientras a mi lado corrije su atuendo y le sonrío, por condescendencia.

—También brillas en la pista, And— le comento mientras salimos y nos posicionamos detrás del telón para dar rienda suelta a mis piernas y brazos mientras bailo. Todos los bailarines nos miramos, es nuestra manera de decir: rompete una pierna, teniendo en cuenta que esa será nuestra máquina de dinero, solo nos decimos, suerte, pero no mucha, podemos intentar ser amables pero solo lo intentamos, en esta industria si no participas en los juegos del hambre, no tienes futuro así que ni siquiera te aprendas la primera posición, solo pierdes el tiempo.
Se abre el telón y salimos, cierro los ojos y comienzo con el show.
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—Estuviste increíble— Isabella me abraza por detrás, seguro entró al camerino sin que le importara lo que el Sr. Adams le ha dicho.

—Señorita Mustelier, debe dejar de entrar y fastidiar a Julliet, solo la agobia más de lo que hizo esa función.

—¿Qué está agobiada por la función? Si voló por los aires como un puto ángel—defiende Isa y me preparo para el golpe que viene, tengo los ojos cerrados y masajeo mis sienes pero lo siento, lo sentí desde que dijo: Señorita.

—Supongo que para los ignorantes fue algo magnífico pero no para los verdaderos conocedores del ballet— con esa estocada Christopher Adams sale de mi camerino.

No llores, no llores, que no te afecte, eres buena.

Repito mi mantra, el que me acompaña desde que ese hombre se convirtió en mi tutor en la ACA y yo pasé a ser la prima ballerina de esa institución.
Fuerzo una sonrisa y miro a mi mejor amiga de años, Isabella Mustelier, la gamer más famosa de New York y casi todo Estados Unidos.

—Es un idiota ¿Cómo va a decir que algo de eso estaba mal? Fue magnífico, bailaban como nunca, sentías la música era maravilloso.
Mentira, no sentía la música, no me sentía bien bailando, solo…fingía.

—Es mi pasión, Bella, lo sabes.
Eso no era mentira, amo bailar, amo el ballet pero dejo de parecerme mi pasión y más una obligación cuando minimizaban lo que hacia.

—Dejemos a ese frígido con su palo enterrado y vamos por un helado ¿Qué dices?

—Acepto irnos pero solo comeré una bolsa de frutillas—comento cuando estoy cambiada y con mi maleta sobre el hombro.

—¿Haz comido algo más que esas frutillas?—pregunta Isabella preocupada. Sabe que no tengo una buena relación con la comida.

—Sí—miento, pero ella parece tragarse mi mentira ya que no insiste.

Hola, Soy Julliet King, americana y bailarina de nacimiento y con tan solo 20 años, lo que amaba se convirtió en algo que no soporto pero no sé como pararlo y temo que sea mi ruina.

El final que nos merecíamos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora