Capítulo 29: Cosas del pasado

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La siguiente semana empezó fuerte, pues era la última antes de que empezaran las vacaciones y las posadas iniciaron el martes, razón por la cual, se cancelaron los ensayos y no vi a Kate; no estaba muy interesada y por mucho que insistimos, no se presentó a ninguna.

Aunque tampoco diré que me sentí deprimida por eso, ya que mi reconciliación con Mel seguía reciente y aún estaba muy feliz al respecto, además, desde entonces, ella se mostraba más interesada en mí y no podía desaprovecharlo.

Pero eso sí, estaba preocupada, navidad estaba cada vez más cerca y yo no podía dejar de pensar que, para Kate, debía ser difícil pasarla en un país extranjero, lejos de sus conocidos y sus tradiciones.

Así que no me pregunten cómo, porque yo tampoco sé, pero logré sacar unos minutos libres el 22, para visitarla, averiguar si estaba bien, probablemente sólo podría saludarla, pero parecía que hace tanto que no la veía, que me bastaba con eso.

Cuando me vio después de abrir, alzó las cejas, demostrando que no me esperaba.

—Ha pasado un tiempo, ¿no?

—¿En serio?, lo disfruté tanto que, ni lo noté.

—Ay, si como no.

Sonrió y me dejó entrar, apenas vi el interior, quedé fascinada, todo estaba decorado, se veía tan colorido.

—¡Guau! Se ve genial.

—Y eso que no viste las luces que mi mamá planeaba poner por fuera.

—¿Ya no las pondrá?

—No, se cayó y se esguinzó el tobillo, aunque de ser por ella, las intentaría poner de todas formas, tuve que esconder la escalera para evitar que se hiciera más daño.

«Ahora tiene sentido que Kate sea tan testaruda».

—¿Y tú qué hacías?

Me indicó con la cabeza que la acompañara a su cuarto.

—Estaba intentando decidir qué me pondré en navidad.

Entramos y tenía un desastre en su cama, mucha ropa, además lucía un poco estresada.

—¿Qué planes tienen?

—Una amiga de mi mamá y su hijo vendrán a cenar.

«Un chico, ¿le gustará?».

—¿Por qué te preocupas tanto? ¿Te gusta ese tipo?

Claro que pregunté, no iba a quedarme con esa duda.

Me miró como si la hubiera insultado y con indignación respondió:

—No, tiene 7 y... —cruzó los brazos— estoy nerviosa porque yo tendré que entretenerlo mientras ellas se ponen al día.

—¿Cómo? ¿Ya se conocían?

—Sí, fueron juntas a la preparatoria y eran mejores amigas, pero dejaron de hablar cuando mi mamá empezó a salir con mi padre casi al final del último año, así que perdieron contacto al graduarse. Ahora están trabajando en la misma empresa.

—Esa sí que es una gran casualidad.

—Es lo que dice ella, pero yo no estoy tan segura.

—¿Por?

—Según sé, su amiga era muy importante para ella y vino a trabajar aquí hace como un año y medio, recuerdo que por esas fechas nos decía que estaba intentando conseguir que la transfirieran aquí.

Se acercó a la pila de ropa para tomar y observar una prenda mientras suspiraba.

—¿Y tú por qué estás nerviosa?

El sonido del ríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora