Capítulo 3

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Otro día observándolo, no me explico cómo puede lucir tan fresco usando sudadera con semejante calor.

No importa la estación, casi siempre usa una o viste con playeras de manga larga.

Aquel chico rubio de ojos azules se acerca a él y van juntos a su siguiente clase.

No parece tener otro amigo en la escuela aparte de él.

Odio los miércoles porque sale hasta tarde de la universidad así que casi no puedo verlo.

Nuevamente Sanzu me jode con sus mensajes así que apago el teléfono.
Ya son las ocho en punto, sale junto a su amigo acompañados de una chica castaña que no deja de observarlo y sonreírle ocasionalmente.

«Antes de que pueda pretender algo debería acabar con ella»

Calles más adelante los tres se separan.

Esa dirección no es la que da para su casa. Mira hacia todos lados y camina con cautela como si estuviera temeroso de algo.

«No se ha dado cuenta de que lo he estado siguiendo, ¿O sí?»

Lo sigo hasta que llega a una pequeña farmacia, sale con una bolsa de la tienda y toma rumbo a su casa.

Me quedo un poco más de tiempo vigilando fuera. Por lo regular me alejo a penas llega a su hogar pero ésta vez lo noté bastante raro.

El chófer baja la ventanilla que nos separa.
— Mi señor, Sanzu me pidió que lo comunique con él —me ofrece su teléfono y atiendo.

— ¿Ahora qué quieres?.

— ¿Dónde estás?, Y ¿Por qué no me respondías las llamadas ni los mensajes?.

— Déjate de estupideces —lo interrumpo— Si no es algo de verdad importante voy a colgar.

Guarda silencio para después suspirar enojado.
— Tengo la información que me pediste.

Antes de que pueda decir algo más escucho como Takemichi abre la puerta de su casa y sale.

Lleva sobrepuesta una chamarra y... Tiene puestos unos tacones rojos.

— Luego te llamo —termino la llamada.

Se queda de pie unos segundos y comienza a correr sin dirección alguna.

— Espera aquí —le ordeno al chófer y voy detrás de él.

Logro alcanzarlo metros más adelante cuando entra a un callejón «¡¿Qué demonios está pasando?!»

Se desploma al suelo y lo escucho llorar.
— Ya no puedo más, ¡Quiero morir!.

Sin siquiera procesar nada, una camioneta negra se detiene delante de él y los hermanos Haitani salen de ella.

Sin dejarlo oponer resistencia lo suben a rápidamente mientras le cubren la cabeza con una funda oscura.

Me observan y sueltan a reír.

— ¡Has perdido invencible Mikey! —exclama uno de ellos— ¡Saludos de Izana Kurokawa!.

Desenfundo mi arma y me dispongo a disparar, pero ya es tarde.    

Se han llevado a Takemit-chi delante de mí puta cara.

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