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Cuento de hadas de Cenicienta, donde Harry es un sirviente que es demasiado amable, Louis es un príncipe en un matrimonio arreglado, Liam es el hermanastro de Harry y Niall es el gran duque de Louis.
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Cuando Harry alcanzó la mayoría de edad, dieciséis años, él y su padre habían forjado una extenuante relación. Pasaban todo su tiempo libre juntos, Harry narrando libros e inventando sus propias historias caprichosas mientras su padre ayudaba a los criados a cuidar el jardín o colaboraba con la cena.
El padre de Harry era comerciante, siempre andaba de aquí para allá con sus aprendices y compañeros de trabajo. Viajaban día y noche a lugares de todo el continente, contra viento y marea. A Harry siempre le horrorizaba la idea de que su padre pudiera no volver nunca a casa, pero se prohibía pensar demasiado en ello.
Una tarde, Harry y su padre estaban descansando en sillones uno frente al otro, y Harry estaba leyendo un capítulo de uno de sus cuentos de hadas favoritos.
Cuando terminó el capítulo, Harry cerró el libro con un chasquido y dijo: "Es suficiente por hoy, padre".
"Harry, tengo que hablar contigo de algo", dijo el padre de Harry, con expresión vaga.
"Por supuesto", dijo Harry, cruzando las piernas debajo de él.
El padre de Harry vaciló y luego empezó a hablar: "Sabes, Harry, desde que falleció tu madre, no he sido la persona más feliz, y durante mucho tiempo he pensado que ha sido estupendo estar solos tú y yo, pero tú necesitas una figura materna. ¿Te parecería bien que yo también encontrara la felicidad en otra persona?".
"Lo entiendo, padre. Lo que necesitas es importante y no debes permitir que me interponga en tu camino", respondió Harry, y su padre exhaló aliviado.
"Me alegro de oírlo, Harry, gracias", sonrió su padre, "¿Te acuerdas de Lord Payne? Hice negocios con él hace un par de meses", Harry asintió en respuesta, y luego su padre continuó, "Bueno, él ha fallecido. Dejó una esposa, un hijo y una hija, y si te parece bien, creo que ambos podemos encontrar la felicidad en ellos. Sus hijos tienen más o menos la misma edad que tú, y espero que se lleven muy bien. Viviremos todos aquí, en nuestra casa grande y vacía".
Harry se sentó incómodo, el único sonido que emitía su cuerpo era la respiración de su nariz. No quería que su padre viviera en agonía, pero tampoco quería alejarse de su madre y dedicar su vida a otra mujer y a sus hijos. A Harry le gustaban las cosas como estaban: con su padre y su leal ayuda doméstica. Pero Harry hizo a un lado sus propios sentimientos, forzó una sonrisa y le dio a su padre la respuesta que quería.
"Ser el hermano de alguien sería divertido, y si esto es lo que quieres, entonces estoy de acuerdo", mintió Harry, fingiendo una sonrisa para colmar la felicidad de su padre.
"No puedo esperar a que los conozcas", dijo el padre de Harry, y ese fue el final de la conversación.
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El gran día fue una semana más tarde, y el padre de Harry iba vestido con sus mejores galas, el pelo peinado hacia atrás y oculto bajo un sombrero de ala ancha.
