Colin Morgan sabía que el Club "Camelot" estaba en la calle séptima, en el barrio de las Orquídeas. Se decía que el fantasma de un vendedor de velas estaba en la puerta, perfumando el aire a su paso con el aroma de la cera derretida.
Al cruzar la puerta, Colin recordó esta leyenda que, según su jefe, la clarividencia del maravilloso y fantástico Sir; Gaius, podía ser cierta. Temblando ante la posibilidad de ver semejante espectáculo, decidió no retrasarse demasiado.
Sacudió la lluvia de su chaqueta de Jean pensando que, en noches como ésta, algunos barrios de Londres tenían un aspecto tan misterioso que estimulaban la imaginación.
Había un enorme espejo en la entrada del club y se detuvo un momento para estudiarse. Sus ojos parecían enormes en su cara... tenía una expresión de temor, inseguridad, y se sentía indefenso, a pesar de la chaqueta gastada que cubría su camisa larga a cuadros y de colores claros. Colin compró la chaqueta en una pequeña tienda de ropa semi-nueva y ésta era la primera vez que la usaba. Pensó que le daría una apariencia de seguridad pero no podía ocultar que estaba tenso y nervioso.
Cuando llamó a los Pendragón, para concertar esta cita, uno de ellos lo había atendido y él le había dicho que estaría en el club a las nueve; su voz era fría y dura y tenía acento extranjero. No tuvo que explicarle la razón por la que quería verlo; él le dijo que había estado esperando su llamada.
Saber que debía enfrentarse nada mas y nada menos, que a esa familia, lo hacia sentir nuevamente un pequeño de cinco años.
El club se construyó en la calle séptima hacía mas de un siglos y fue una casa de juego frecuentada por jóvenes aristócratas que, sin duda, actuaban con una intolerable arrogancia.
El actual encargado le había devuelto su antigua belleza y esplendor. La madera, el cobre, y el terciopelo de color rojo oscuro, creaban el ambiente deseado. La escalera por la que subió Colin hacía la oficina privada del propietario estaba alfombrada de color granate oscuro, y conducía a un pasillo iluminado por lámparas de cristal en las paredes.—Dis...disculpe.— soltó al chocar con un hombre alto, bastante fornido pero se relajo cuando esté solo sonrió de medio lado y siguió su camino, en dirección contraria a la qué él iba.
Al cruzar el pasillo hacia la puerta con el letrero que anunciaba: "privado", sintió que sus piernas se debilitaban bajo la tela rasposa de su viejo pantalón de jeans.
En segundos; como una cinta de película, miles de imágenes se instalaron en su mente pero eran sobre un día, en particular.
La primera vez...,que se cruzo con los ,ya, por esa época, famosísimos; Pendragon.
Hunith los había mandado al mercado central, en busca de fruta fresca, Gwain a sus diecinueve años ya era un salvaje sin remedio. Mientras, su hermano mayor coqueteaba con la vendedora que no le daba ni cabida. Merlín de tan solo trece años, se hacia cargo de los mandados que correspondían a su hermano mayor pero como siempre, el menor le daba el gusto en todo a su querido hermano. La manzana que era inspeccionada por sus profundos ojos azules, resbalo de sus dedos y callo al suelo de piedra, casi todo Londres eran ruinas de rocas gigantes, añejas, pero excesivamente esculturales a la vista arquitectónica. sus ojos siguieron la fruta, disculpándose con la vendedora y yendo a tomarla del suelo, obviamente la pagaría, era lo correcto, después de todo sus dedos eran demasiado torpes para que una simple manzana sobreviva a él.
Algo paso a toda velocidad, frente a él.
Curioso por naturaleza, se debuto para observar la llegada de una limusina negra, que aparcaba junto a la acera de enfrente, dos niñas, maso-menos de su edad (cada una con un globo rojo), dos hombres jóvenes, de unos veinte-tantos y un hombre mayor (con un bastón extraño), bajaron del vehículo pero; los dos jóvenes se quedaron rodeando el auto.
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Un mafioso enamorado. (merthur)
RomanceEl es el primogénito de un capo de la mafia y vive su vida rodeado de mujeres banales y hombres corruptos. Pero hay alguien que le ha llamado la atención, en el preciso día, que había renunciado a sentir algo en su corazón. Ese chico en el mercado d...