Las hermanas Pendragon.

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— ¿Qué hace él aquí? — dijo al abrir la puerta de su casa. Observo de arriba a bajo a su "disque" cuñado.

— Yo... — La hostilidad de la morena lo dejo sin aliento. — lo siento... — Busco, la ayuda de su novia, quien estaba sujeta a su brazo — ,pero Morg...

—¡Déjala! ¡Déjala! Se llama "envidia de mi hermana menor" — Las dos se saludaron con una serie de gestos, sonrisas y palabras que llenaron a Leon de admiración.

Luego, la dueña de la mansión,puso sus manos sobre sus hombros y le besó la frente.— Eres bienvenido, león. Solo bromeaba. ¡Por todos los cielos! Deja de estar tan tenso o, mi padre acabara contigo.

— tú, su..., haz dicho... vuestro padre — tartamudeo León con una clara perdida de color en su rostro —¡¿esta aquí?!

— ¡diablos!, Morgana. No debiste mencionar a papá, ves, al pobre casi le da un infarto. Míralo, hasta azul me lo dejaste.

— UPS!...

En el jardín se encontraban las dos muchachas tomando el té. León tenia un pañuelo húmedo en la frente. Morgaus tomaba su mano, dándole consuelo y volvía a soltarlo. Uther lo había mandado a llamar a su oficina y aunque el hombre estaba en silla de ruedas, uno podía sentir el peligro, con solo escuchar su voz autoritaria. Ni qué decir; ser victima de un largo cuestionario de intereses futuros.

— Tranquilo cariño, tranquilo.

— déjalo, Morgaus. Es bueno que se empiece a hacer hombre.

— ¡Morgana!

— Esta bien, amor. Tu hermana es mas hombre que yo, no puedo contra eso.

— ¡Oye!

— Bueno. Al menos ya no eres tan tímido con mi familia. — Morgaus sonrió divertida. — Un día tenia que pasar....

Pasado unas cuantas horas.

Morgaus y Morgana cabalgaban por el prado. Leon les seguía el paso en un pequeño asno. Recordándose; nunca más hacer enojar a la dueña de la casa y más si está, es tu cuñada. — Morgana, ¿Sabes quien me llamo esta mañana?

La morena dirigió una mirada a su hermana menor. — Supongo que fue nuestra tía Marilyn buscando a su pequeña oveja negra.

Los quejidos de un doloroso y horrorizado León se escuchaban detrás de ellas. Horrorizado estaba por el fétido olor que largaba aquel asno.

— Nosotros también tenemos nuestra oveja negra y tú lo sabes.

— Pero está no esta extraviada, si no, de luna de miel.

— Eso es cierto, Arturo, también me llamo. — Morgan resoplo y levanto los ojos al cielo — ,pusiste a Sofía como espía en la casa de nuestro hermano. Morgan, discutimos esto.

— bueno,...bueno. — la chica midió una distancia imaginaria con sus dedos frente a la rubia — Tenia una pequeña esperanza..., si, Merlincito, rechazaba a nuestra oveja..., yo, podría... intentar consolarle.

— Oh, ¡Dios! Tal parece la oveja negra de nuestra familia eres tú.

— tampoco te hagas la santa. Se muy bien las tretas que usaste con León. — Ambas se sonrieron cómplices y luego giraron para ver el estrepitoso golpe de León al caer de aquella mula mañosa. — Además, nuestra ley se aplica: que el mejor gane.

— Y por tu cara, imagino que nuestro hermano te ha ganado.

— Un príncipe es siempre un príncipe... para mantener mi dignidad en alto, digamos que le deje ganar. Además, en mi defensa, él no me dio oportunidad alguna.

Un mafioso enamorado. (merthur)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora