Excepto, que todo sueño tiene un final.

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''Kimi wa kikoeru? Boku no komo koe ga yami ni munashiku suikomareta.
Moshimo saekai ga, imi wo motsu no nara konna kimochi mo muda de wa nai? ''

(Puedo oírte, a pesar de que mi voz ha sido absorbida por este oscuro vacío.
Incluso aunque el mundo encuentre significado, estos sentimientos no habrán sido en vano.)

Sorairo Days, Shoko Nakawa

A pesar de que estaba muy ansiosa porque Kara y yo saldríamos con todas nuestras amigas, la preocupación de llevarla a un mundo donde los daños y los malos sentimientos existían—eran reales y tangibles—, no me abandonaban aún.

Por más que creía confiar en las palabras de Alex acerca de que Kara podía cuidarse sola, la verdad era que solamente me engañaba a mí misma.

La idea de que algo malo pudiese ocurrirle, especialmente con su defec... Condición. Que algo le pasase debido a la condición que tenía, no hacía sino asustarme al pensar que ella era más vulnerable que el resto.

Siempre vi a Kara alegre y radiante, siempre recordándome que no importaba cuántos centímetros creciese o cuánto podía cambiar la percepción de mi entorno al madurar, la juventud y la infancia dentro de mi ser jamás me abandonarían.

Y yo podía sentirlo. Podía verlo cada vez que sus ojos me miraban y me devolvían el reflejo de una Lena diez años más joven. Más inocente.

Más sencilla...

Siempre vi a Kara como la niña—como la luz— a la que debía proteger a toda costa—a la que debía evitar apagasen—. Me dije a mí misma, inconscientemente, que no podía dejarle sentir nada que fuese malo.

Sin embargo, tristemente, estaba cometiendo uno de los peores errores hacia la persona que amaba.

El día de hoy Kara misma me enseñaría que, cuando una persona no conoce lo malo, se vuelve incapaz de apreciar lo bueno.

Ella era muda. Y yo una tonta por querer despojarla del mundo en el que tanto se había esforzado en encajar.

—¿Quieres que te ayude?

La rubia negó de inmediato, alzando los brazos para sostener mejor la caja grande que llevaba consigo. La mueca de dificultad en su rostro hizo que Lena la mirase insegura, por lo que una vez más, alargó una mano para ayudarle.

—Vamos, Kara, no seas...—un empujón cortó sus palabras—. ¡H-hey, Kara, espera!

La pelinegra vio a la aludida depositar la caja en la parte trasera de la camioneta; las cejas fruncidas y las facciones ligeramente enfadadas. La irlandesa suspiró y la llamó de nuevo, volviendo a suspirar al verse ignorada.

—¡Kara!

—¡Al fin! —Andrea exclamó fastidiada, harta de sujetar el volante sin moverlo durante una hora—. Otro minuto más y juró que te atropellaba a ti, Luthor. Total, que tú puedes gritar por Kara.

—¡Karaaa...! —Lena chilló al seguir a la nombrada y cerrar la puerta de la minivan, pasando por alto completamente el comentario de la argentina al volante.

Alex, que se encontraba sentada atrás junto a Samantha, se arrimó hacia delante y tocó ligeramente el hombro de Kara. La última se dio la vuelta y pronto tanto ella como la pelicorto comenzaron un intercambio de señas y gestos.

S I L E N TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora