Una vez tú y yo

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'What hurts the most was being so close, and having so much to say...''

"Lo que más me dolió fue estar tan cerca y tener tanto que decir..."

Cascada, What hurts the most.



Me sentí decepcionada.

Me sentía decepcionada, confundida y enojada conmigo misma. ¿Cómo pude haber hecho una estupidez así? Cerré mis puños y mis ojos al mismo tiempo, esto no podía estar sucediendo.

Yo creí...

En verdad pensé que esta vez podría ser diferente. Todavía recuerdo el desastre que fue el haber actuado sin escrúpulos. Cuando sus manos comenzaron a moverse y ningún sonido escapaba de sus labios...

''Eres muda.''

Negué con la cabeza. Ya había pasado una semana, de todos modos, había quedado atrás. Me había enterado de ello y un cúmulo de palabras nerviosas había abandonado mi boca en forma de una tonta excusa en aquel entonces.

Si. Me puse de pie, me disculpé (aunque en realidad ni mi voz ni mi ser manifestaron tal sentimiento) y me marché lo más rápido posible de ahí.

Hui.

No volteé atrás, sólo podía enfocarme en el camino adelante y en las manchas de personas con las que chocaba al tratar de pasar.

¿Hice lo correcto? ¿cierto? ¿O acaso yo estaba equivocada?

Sonreí y me tomé la frente. ¡Qué broma tan más pesada!

—¿Lena?

—Samantha...

Los ojos marrones más lozanos aparecieron sorprendidos al ver a la pelinegra. Ésta última ladeó la cabeza y le observó con el entrecejo alzado; después, con una seña de la cabeza, la invitó a que caminara junto a ella.

Lena hizo lo pedido, sin replicar. En su lugar, se mantuvo en silencio, con la cara ligeramente gacha.

—¿Estás bien?

—Sí... Eso creo – se le escapó una sonrisa nerviosa

—Hace una semana que ninguna de nosotras te ha visto en la cafetería por las mañanas. ¿Por qué? ¿Te has estado quedando dormida, Luthor?

Samantha rió un poco, tratando de aligerar el ambiente tan espeso de la otra. La pelinegra rió un tanto también, más por imitación que por gusto. —He estado ocupada. Mucho trabajo, ya sabes.

—¿No te estarás exigiendo demasiado, cierto? - Lena negó con la cabeza. —Qué puedo decir—la pelinegra suspiró—, se te extraña en las reuniones matutinas. No es lo mismo molestar a Verónica que a t... ¿Pasa algo? ¿Luthor?

Samantha cortó la frase y se dio la media vuelta en cuanto vio a su acompañante pararse de golpe. El cuerpo de la más baja parecía como haberse engarrotado al pavimento, con las pupilas verdes mirando fijamente al frente.

La castaña la contemplaron, preguntándose el porqué de la repentina acción. Los ojos de Lena, por el contrario, tan sólo se mantenían congelados ante la vista de una persona a unos cuantos metros de distancia.

Sentada en la misma mesa, estaba la misma extraña rubia.

Y como si ella hubiera sentido la mirada sobre su figura, su rostro se volteó —se volteó muy lentamente en la mente de Lena— y sus orbes azules chocaron con aquellos que le veían a lo lejos.

S I L E N TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora