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El lugar era increíble, algo que nunca lograron apreciar en el pasado. Vehículos con aspecto “costoso” se estacionaban no muy lejos de aquel sitio. Lucía elegante y distinguido, desconocía si estaba yendo a una fiesta normal y corriente o a un quinceañero dispendioso de alguna hija de un político importante.

Ya fuera del auto, miraron aquel grande lugar como si fuese un palacio, pues era una reacción normal, estos vivían en un bosque  y se iban a hacer locuras desconociendo de la sociedad.

—Uhm...Supongo que ustedes sabrán sobre estás cosas y todo lo necesario ¿O me equivoco?—Cuestionó Cyan atrás de los demás que contemplaban el sitio con brillitos en las pupilas.

—De hecho...—King iba a llevar a cabo una explicación elaborada de lo ignorantes y desactualizados que era el grupo, pero sus previas palabras fueron interrumpidas por el morado.

—¡DE HECHO! Sí, ya hemos estado en sitios así en varias ocasiones, tu no te preocupes. —Mintió rápidamente antes de que el naranja pudiese reclamar. Rodeó el cuello del mencionado con uno de sus brazos forzando la comisura de sus labios en una sonrisa intentando disimular. De vez en cuando dirigiendo una mirada asesina hacía este mismo.
King rodó sus ojos con una ligera mueca e intentó zafarse del agarre con forcejeos, un poco molesto por esa acción. La mirada del morado estaba que le atravesaba el alma. Esta de más agregar que Purple ha comenzado a comportarse extraño.

El celeste se les quedó viendo raro, con desconfianza sobre la breve afirmación del más bajo. Pero quitó esa expresión de su semblante y la reemplazó por una leve sonrisa amistosa.

— ¡Bien! Será mejor que entremos —Ordenó el celeste convencido, dirigiéndose hacía la entrada y los demás le siguen el paso.

Como era de esperarse, dicho naranja se mantuvo cerca de Purple, específicamente a su lado. Algo apuntaba al enano que no iba a separarse de él por nada en el mundo, así que dejó escapar un suspiro con pesadez.

Una vez dentro, notaron bastante gente conversando; fina a su parecer, con miradas insolentes. Lo extraño era que Cyan se mostraba... ¿Casi lo opuesto? Cool y social, pero seguía existiendo esa vibra de dominancia y superioridad.

El piso y pared eran blancas, como un cisne. Como se dijo anteriormente, todo lucía dispendioso. Purple al igual que la mayoría veían atentamente el exterior, echando miradas a todo lo que había, sin estar lo suficiente enterados de lo que tenían enfrente. En un descuido, el morado choca con alguien que estaba de espaldas, haciendo que suelte un quejido.

—¡Agh! L-lo siento... —Se disculpó con torpeza sobándose la cabeza, sin dirigir su mirada hacía él.

—Oh, no te preocupes, los accidentes pasan. —Replicó el extraño en un tono amistoso. Cuando por fin sube la mirada para verlo era un chico de la edad de Cyan, la única diferencia esque este parecía alguien...normal. —Con que tu eres uno de los acompañantes de Cyan? Un gusto! —Extendió su mano con una sonrisa ladina, parecía ser alguien buena onda.

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