Amber [#ONC23]

Capítulo 4

El Nivel Uno había sido su refugio durante veinticuatro años, o al menos, eso había creído. En el momento en el que las puertas se abrieron y su padre los obligó a abandonar el Templo, Amber por fin pudo ver aquel mundo del que Craig siempre le hablaba. Y no era como lo imaginaba.

Había crecido con los libros clásicos de botánica del Antiguo Mundo, antes de la Ciudad Vertical. Admirando la belleza de las plantas y cómo crecían, otorgando vida y oxigeno al mundo. Sin embargo, el Nivel Uno distaba mucho de aquellas imágenes borrosas de sus libros.

El suelo estaba lleno de gravilla que caía de los niveles superiores, humo negro se acumulaba alrededor de los pilares que sujetaban la ciudad vertical y los flujos de ventilación. Los grandes ventiladores los enviaban directos hacia abajo, arrastrando basura y residuos consigo. Apenas había luz, puesto que las fábricas de energía habían sido saqueadas en diversas ocasiones y su acceso estaba restringido.

Innumerables locales de prostitutas, alcohol y drogas virtuales se alineaban tratando de atraer la atención de los pocos estúpidos que paseaban por las calles. Sus luminosos eran tan fuertes que Amber tenía que parpadear para evitar las lágrimas.

Craig sujetaba su brazo con tanta fuerza que no podía sentir los dedos, pero no se atrevió a decirle nada. Podía ver su rostro serio y la tensión sobre sus hombros, pese a que él había insistido en ir.

Deslizó la mirada por la estrecha calle. Un grupo de borrachos estaba montando problemas en una esquina, gritándose cosas que tan solo ellos podían entender. Al otro lado, un grupo de adolescentes conectaban sus enlaces a un terminal defectuoso, disfrutando de su dosis pese a estar tirados sobre una montaña de basura.

Avanzó frente a ellos sin detenerse, evitando mirar en el interior de las tiendas de prostitutas, o siquiera en sus escaparates. Craig le había contado que muchas personas de los niveles superiores bajaban en busca de diversión fácil; drogas y sexo barato en manos de repudiadas, antes de volver a sus impecables vidas.

Aquello se había convertido en la única forma de supervivencia del Nivel, junto a los trabajadores a sueldo y el gremio de ladrones.

Amber deslizó la mirada hasta una niña pequeña que permanecía sentada en una silla de plástico en la esquina inferior del porche de un local. No podría tener más de diez años, su cabello negro se deslizaba con suavidad con cada movimiento que emitía. Sus avisados ojos oscuros saltaban de un lado al otro, bebiendo de todo lo que ocurría a su alrededor.

De pronto, la niña se irguió y su atención fue capturada por dos hombres que se acercaban charlando. El primero de ellos, de aspecto limpio y cabello recogido, la señaló y la obligó a saludar con educación. El segundo, sin embargo, empujó a la niña de nuevo a la silla de plástico y se cernió sobre su menudo cuerpo mientras sus manos se apretaban alrededor de su cinturón.

—Ven—gruñó Craig, agarrándola por el antebrazo con violencia.

Incapaz de apartar la mirada de la niña, observó como el hombre le ordenaba algo. Para su consternación, sus labios se abrieron en un amplio arco.

Craig se interpuso y la condujo a través de una calle todavía más estrecha. Llena de los mismos elementos que la anterior, pero sin niñas sentadas en sillas de plástico.

—¿Ese hombre la va a...?

—Las cosas son diferentes aquí, Amber—se limitó a contestar—. Esa niña solo está tratando de sobrevivir.

Un escalofrío la recorrió.

—¿A eso llamas tú sobrevivir?

—Es demasiado joven, un gran negocio. Hay millones de pervertidos queriendo pasar su tiempo con una cría. Es repulsivo, pero los hay. Y cuando se vaya a dormir, tendrá la seguridad de tener un plato en la mesa al día siguiente.

La mirada de Craig estaba inundada por aquellos mismos sentimientos de abatimiento y resignación que había tenido el día que lo conoció. Las cosas eran diferentes en el Nivel Uno, lo sabía. Pero su padre siempre había tenido la esperanza de cambiar las cosas.

¿Cómo podía quedarse quieta mirando algo así?

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YAS. SEGUNDA RONDA SUPERADA.