Parte 4: Conversaciones

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La llegada al piso en dónde vive Julián fue bastante incomoda. A pesar de que el ruido de los autos, el sonido de las motos y los colectivos en Manchester inundaban por completo los oídos de ambos jugadores, el silencio entre ellos, el no emitir una sola palabra durante todo el trayecto fue tal vez, una de sensación de nerviosismo que los carcomía por dentro.

Y los carcome, porque ahora, que están en la entrada de la viviendo, aquella puerta color madera oscuro que tiene una llave magnética, el silencio sigue reinando entre ellos.

No es que no tengan nada para decir: hay mucho de que hablar, todas esas palabras que tienen atoradas en el pecho y se acumulan en la garganta los hace ser torpes. Erling en un principio, tuvo varios intentos fallidos por cerrar el paraguas, soltando algunos insultos incluso en español, cosa que a Julián lo hizo sonreír, no muy amplio, pero sonreír en fin.

Y ahora es Julián, quien intenta secar como puede, la tarjeta magnética, que si bien estaba guardada en el bolsillo y la ropa de Julián estaba seca, al tocarla con sus manos esta se mojo y el lector no la reconoce.

— Pero la concha de la lora a esta porquería — dice Julián, intentando secarla contra su jogging, dejando mojadas algunas partes— ¿Por qué mierda no ponen llaves normales?

Y Erling solo se dedica a observarlo. Sabe que muchas de aquellas palabras son insultos, porque Julián (así como también Enzo, las veces en la que lo vio) se encargó de enseñárselas. La excusa era simple: "Si estás en Noruega, insultas en español entonces nadie te entiende y todo es un siga siga"

Aunque Julián, en secreto, lo hacía para inculcarle otras palabras a Erling: sabía que no eran las mejores, pero le daba cierta ternura escucharlo insultar en aquel idioma, ver como intenta modular la pronunciación.

Una vez, durante el entrenamiento, Erling le erró a un penal e insulto en español, logrando que Pep soltará una carcajada al respecto, así como también Julián.

Sin embargo ahora la situación esta lejos de ser divertida: Juli no sabe cuantas veces intento ya colocar la llave magnética: realmente la detesta. Sabe que es un método más seguro, pero no le gusta. Le resulta incomoda y poco práctica.

Y ahora que esta todo en silencio y siente la mirada de Erling encima suyo, no puede evitar ponerse aún más nervioso y acelerar el proceso para entrar.

Pasa con fuerza en su pantalón la tarjeta y se puede notar que esta seco, entonces, Julián, suelta el aire por la nariz y vuelve a colocar la tarjeta sobre el lector.

Erling mira expectante aquella cerradura. No va a decirle nada a Julián, pero el cambio de temperatura del afuera y estar adentro del pasillo, le esta dando frío. Sobre todo al estar prácticamente empapado y estar chorreando agua por cada parte de su cuerpo.

— ¡Dale!— exclama Julián ya exasperado— ¡Lo único que falta que esta mierda se haya ro---!

El sonido sale del lector y una luz verde se ilumina del pequeño led. Se escucha como la puerta se destraba y Julián no pierde el tiempo, pone la mano sobre el picaporte y tira hacía adentro.

Julián entra rápido y le da al paso a Erling que también lo hace. Cierra la puerta.

Las voces de unas personas claramente argentinas se escuchan en la casa. La cortina esta tapando la mitad de la ventana que de a la calle se puede ver un poco de aquellas gotas que dibujan formas irregulares en el vidrio.

El clima es cálido, diferente incluso al del pasillo que se lo notaba si bien más agradable que el exterior, no tanto como aquel departamento.

Ese que Erling conoce prácticamente de memoria, al punto tal que sabe que si voltea su mirada a la derecha se puede puede encontrar con la camiseta de que utilizo Julián en el último partido contra Francia en Qatar.

Tan solo una vez [ERLIAN- Erling Haaland/Julián Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora