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Lovino se acercó a la cocina. Traté de disimular, como si yo no hubiese visto nada, pero me fastidió el hecho de que fuese tan listo porque intuyó que me ocurría algo. Sentí un pequeño escalofrío y me di la vuelta. Estaba ahí, sentado en la mesa esperando a que le diera de comer, ¡y que fuese mi mascota!, o mejor dicho, ¡y que fuese yo su criado! Puse los dos platos, me puse enfrente suya y nos pusimos a comer. No quería mirarlo a la cara y el hecho de que me estuviera observando tan fijamente no me lo hacía más fácil para nada, ¡¿qué quieres de mí, Lovino?! No, debo de estar tranquilo, realmente no ocurre nada, simplemente le ha dado un beso a Emil porque será su pareja, lo que pasó anoche fue por ¿algo extraño e inusual debido a las hormonas? Sí, será eso... ¡Menuda excusa de mierda me he puesto, está claro que nos pasa algo extraño a los dos, sobretodo a mí! Lovino de pronto se cansó y se levantó, por suerte para mí, había acabado de comer y no había que guardar nada para la cena. Se acercó a mí me tiró de la camiseta, cosa que me pilló por completa sorpresa.

-Vas a decirme que te pasa. -lo que yo dije, me había desenmascarado por completo, sin embargo no iba a contar nada, más que nada porque ni quiero que piense que soy un cotilla ni que crea que me puse celoso porque confundirlo sería lo pero... ¡eh, un momento, pero a mí me ha estado confundiendo ahora mismo!

-No me pasa nada, ¿te han gustado las albóndigas? -pregunté yo. Lovino se sonrojó un poco y asintió. No pude evitar sonreír y le acaricié la cabeza-Es que tenía que hacer algo especial después del desayuno tan bueno que me hiciste, lo de los soles sonrientes fue muy gracioso, me encantó.

-Pues claro que sí, mi forma de hacer las cosas siempre es perfecta.

-¿Y ordenar tu cuarto? -pregunté bromeando. Él me sacó la lengua.

-He dicho la forma de hacer las cosas.

-Acabas de afirmar que no limpias tu habitación. -juré haber visto una pequeña sonrisa salir de su cara.

-Eso es porque tengo muchas cosas mejores que hacer, no como tú que estás aquí haciendo el vago.

-Pues no listillo, porque mañana tengo mi primera entrevista de trabajo aquí. -Lovino abrió los ojos muy impresionado, supongo que no se esperaba eso para nada.

-¿En serio? ¡Ya era hora, pensaba que te ibas a quedar aquí chupando del bote!

-¿Cómo? Para eso me quedaba yo en casa de mi cuñado y no haber traspuesto a la otra punta del mundo, aunque sería una pena, porque no podría haberte conocido. -eso fue un punto para mí porque Lovino se había sonrojado mucho. De pronto, supongo que porque se negaba a perder contra mí, se colocó entre mis piernas, ¡ya estamos otra vez con esto! Tenía que pararlo, pero por aquella extraña razón que siempre nos atrapa a los dos, acabó consumiéndome. Terminé besándole, ¡si al menos no estuviera provocándome todo el tiempo! Vale, a lo mejor también es culpa mía por decir esa cursilada, ¡aunque no tiene que seguirme el rollo que tiene novio! Lo aparté y él me miró algo extrañado.

-Estás raro desde ayer, bastardo. -no me lo puedo creer, ¿me acaba de decir lo que creo que me acaba de decir?

-¿Yo soy el que está raro? ¡Tus hormonas sí que están raras, o sea, Emil es tu novio, ¿por qué me besas?! -Lovino me frunció el ceño y me golpeó en la cabeza.

-¡Maldito degenerado, Emil no es mi novio y mis hormonas están perfectamente! -me soltó. Yo ya no sabía qué pensar-, ¿de dónde has sacado eso de que Emill es mi novio?

-Os habéis besado, así que lo supuse.

-Eso fue por error, es decir, Emil me besó porque estaba algo agobiado con algo que no te importa, y segundo, ¡eres un cotilla! -genial, algo que temía se cumplió, ya cree que soy un cotilla como mi vecina la Paca, y ahora que había soltado eso, tenía la excusa perfecta para preguntarle.

Mi cielo eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora