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—¿harto de qué?— se preguntó internamente, mientras sus ojos miraban fijos la escena que a pesar de ser bastante común, se convertía en un fastidio para su pecho.
Y es que no era de menos esa sensación, ya que, frente a él, una pelea de "saber quien era más lindo" se convirtió en ataques de burla hacia la única persona cuarda (o al menos con menos sed de sangre) de aquel grupo.

Azulin manoseada con asco los pellejo que colgaban del cuerpo de él rosado gordis, esos dedos regordetos y azules hacían temblar la piel ajena, plantando en todos unas miradas de asco o bien, de gracia. Sin embargo, gordis sólo agachaba la mirada, se notaba a leguas como mordía su labio y fruncia su entrecejo con vergüenza.

—pobrecito— susurró achuchones, con un semblante neutro, miró a su alrededor, nadie ayudaba, nadie hacía nada y eso le molestaba.

Por eso mismo dio un paso al frente, con intención de intervenir aquel escandaloso abuso de los hermanos ositos, pero uno de los gemelos lo detuvo y negó con la cabeza, susurrandole un "dejalos, es divertido".

Y acató sin objetar, simplemente se mantuvo espectador, hasta que las burlas sesaron y, esta vez, el centro de atención era Azulin, quien se jactaba de ser el osito más adorable del lugar.

(°°°)

Bueno, tal vez ya habían transcurrido una o dos semanas al cuartel del ejército, pero, aún no podía acostumbrarse a esas escenas que tenían sus compañeros, cada uno siendo completamente extraño a su manera, fallando cada entrenamiento, contándose el mismo, y "disfrutando" de ratos en los que todo el pelotón se reunía, podría asegurarse de que conoce medianamente bien las caras de todos y aun así, esta sería la primera vez que miraría con gusto una escena entre azulin y gordis, ambos queriendo subir a un pasamanos, gordis cargando a azulin y este ofreciéndole una mano al otro, se veían más sercanos y hasta parecía que se querían...hasta que azulin hizo de las sullas, en un movimiento rápido, aventó a su hermano desde lo alto de aquel pasamanos y una vez que esté tocó el lodo, no pudo dejar de mofarse, risa tras risa hasta que el mismo bajó de ese lugar y comenzó a llamar al sargento caricias.

Achuchones, en un momento de lucedez, dejó aquel arco y corrió en dirección a los hermanos, extendiendole una mano al rosado.

–¿Estas bien? — susurró, ignorando por completo las carcajadas irritantes a su espalda, gordis masajeaba un costado de su cabeza y deslizaba su antebrazo por sus ojos, retirando esas pequeñas lágrimas que se le escapaban.

El sargento caricias llegó y cómo era de esperarse, azulin se encargó de dejar a su hermano en ridículo, con burlas e insultos terminó convenciendo al sargento de que, la presencia de gordis ahora era inútil y el mayor lo echó del lugar.

—te acompañaré—habló achuchones, quien ayudaba al rosado a levantarse.

—no es necesario— susurró, está vez aferrándose a la mano esponjosa de achuchones.

La mirada de gordis no era más que una contradicción a sus palabras, pues a leguas se notaba aquella necesidad de apoyo, y achuchones no lo culpaba, en un lugar donde todos se mofaban de su existencia, era entendible que deseara una compañía segura.

Y el entrenamiento era agotador así que...

—no, iré con tigo a enfermería—

Achuchones no se inmutó y comenzó a caminar aferrándose de aquella mano que por ese momento, le brindaba un poco de apoyo, se apegó más y más, hasta que con cada paso, ambos se manchaban del lodo con el que contaba gordis y por suerte, el otro no se quejó.

—debes quererlo mucho ¿no? —preguntó achuchones, mientras entraban al pequeño camino de tierra  que los dirigiría a la enfermería en tan sólo unos minutos, gordis, por su lado, se mostró iluso a la pregunta, por lo que nuevamente, achuchones tomó aire— tu hermano, azulin, lo quieres mucho eh— gordis sarandeó un poco su cabeza y cerró sus ojos como si de un parpadeo largo se tratase, preparándose para hablar esta vez.

— Pues claro...es mi hermano— reafirmó, interrumpiendose a si mismo con sus propios suspiros de agotamiento, era agotador caminar con ese peso y un talón herido.

Achuchones no dijó otra palabra más, solo asintió con su cabeza y siguió caminando, lentos pero seguros llegaron a aquella pequeña y medianamente brillante habitación, hablaron con una enfermera y, por suerte, atendió con ganas al gordo rosado, recomendandole al final un reposo de apenas un par de días, después todo, estaba entrenandose para la guerra, no podría vivir de descanzos.

La enfermera salió, pidiendo a los ositos que hicieran lo mismo cuando desearan y no olvidaran cerrarán la puerta, achuchones se lanzó a un pequeño asiento con rueditas y converzó amena mente con gordis, claro, sin poder evitarse alguno que otro chiste gordofobico.

El hambiente ligeramente ternso se convirtió en risas y anécdotas raras que armaban el por qué gordis le guardaba tanto cariño a su hermano, apesar de lo que hacía.

Ambos rieron por última vez y guardaron un silencio agradable, gordis miraba fijamente la ventana abierta de esa pequeña habitación y achuchones solo miraba sus piernas, ambos con una sonrisa agradable en sus rostros.

—achuchones—

—¿qué? — respondió, alzando su mirada, apuntando su vista al perfil regordito del rosado, quien se veía favorablemente iluminado por el sol, que hacía brillar sus ojos y hacía relucir más aquella sonrisa agradecida del rostro ajeno, rostro que giró lentamente hasta conectar ambas miradas, haciendo sobresaltar ligeramente a achuchones.

—muchas gracias — amplió su sonrisa y ebtrecerró ligeramente sus ojos, mostrando por primera vez en aquellas semanas, es rostro más amable del lugar, más adorable, que a pesar de aquellas arrugas, ojeras y papada bajo su osico, se veía atractivo.

Achuchones respingó por lo bajo y se tensó ligeramebte al sentir el ardor en su pecho, sus ojos se mantuvieron fijos en esa cara iluminada y llena de belleza. —¿Por qué?— preguntó con una voz neutra.

—por ayudarme...es bueno saber que aún hay corazones buenos aquí— sonrió

Y el corazón de achuchones latió tan fuerte en ese momento que solamente salió corriendo.

Guerra sagrada ✨💗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora