TE VEO | La Misión De Eywa | Kiri x Spider (Avatar)

Capítulo 19: Malas Noticias

Quaritch levantó las orejas en modo alerta y desvió su mirada a la intersección del pasillo de donde provenía el eco de pasos acompasados; los pocos militares humanos que estaban cerca de la instalación Avatar habían entrado de forma sigilosa con la intención de atrapar a los intrusos. Sin embargo, Quaritch y los Recombinantes no podían ser subestimados, ya que su agudo sentido auditivo propio de los genes Na'vis les permitía escuchar y encontrar el sonido ajeno.

—¡Disparar! —bramó Quaritch cuando un humano fortachón con bigote saltó a la vista con una pistola de mano. Los tres Recombinantes vaciaron sus balas en las diferentes personas que fueron apareciendo detrás del caído.

Kiri sintió una presión ahogante en el pecho, y estuvo a punto de rogar a los Avatares que no mataran a los humanos, si no fuera porque Quartich la empujó hacia el otro lado del pasadizo.

—¡Corre, niña! —exclamó apretando los dientes, para rápidamente colocarse detrás de Kiri en forma de escudo.

Kiri reaccionó. ¿Por qué?, ¿por qué ver a esa gente soltar chillidos de dolor antes de morir, era como si le atravesaran el corazón con una daga incomprensiblemente filuda? Se suponía que eran los enemigos. Algo similar le había sucedió cuando se conectó con los corales Metkayina, ya que cuando estuvo a punto de aplastar a un humano con las plantas acuáticas delante de las miradas confundidas de Aonung y Rotxo, un sentimiento de compasión inexplicable mitigó su ira. 

Volviendo de nuevo a la realidad. Kiri respiró de forma quebradiza y dejó de mirar atrás para echarse a correr. Ella no sabía en que esquinas doblar, pero el coronel que ya había estudiado todas las rutas de escape posible le indicaba con palabras cortas que camino tomar, mientras apuntaba con su arma a los científicos arrodillados en el suelo que amenazaban en retener a la muchacha de su huida. Luego de correr entre aquel laberinto de aura de miedo y desesperación vieron a un hombre cubierto desde la cabeza hasta los pies hacerles aspavientos con la mano. Insistía en que ambos llegaran más rápido.

El hombre sin rostro estiró su mano y le dio una mochila de tela a Kiri.

Quaritch no despejaba su vista del lente de su arma, persistiendo en los espacios vacíos.

—Dentro hay todo lo que necesitas. —señaló el hombre con un tono difuminado por el gran casco que cubría su cabeza. —A veinte minutos de aquí hay un tren que te enviará al centro de la ciudad. Faltan pocas horas para el anochecer, así que busca refugio esta noche.

Kiri asintió con la cabeza, antes de que el hombre encapuchado pasara una tarjeta de identificación en el scanner. Las puertas se abrieron y lo primero que Kiri pensó es que el aire que entraba por sus fosas nasales era falso. El aroma de Pandora era, en esencia, puro y real.

—A esto te referías papá... —susurró Kiri entrecerrando sus ojos de forma abatida. —están satisfechos de subsistir en un pedazo de tierra adulterado por la mano del mismo hombre.

Kiri se volvió hacia Quaritch.

—¿Qué hay de ti? —preguntó Kiri, con inquietud. Ahora que la había sacado de allí, se sentía en deuda con él. Aunque, lo más seguro, es que este fuese un plan previamente elaborado y consentido entre su tía y Quaritch. No obstante, la doctora había capturado el rostro del Recombinante y el de sus secuaces en la cámara de seguridad, así que, ¿a dónde iría?

Quaritch solo sonrió de lado carismáticamente, pese a la situación tan acuciante en la que se encontraba. Sin embargo, se ceñía a lo que tenía que decir a continuación:

—Soy fugitivo desde hace dos años. —ajustó su revolver, ya que nuevas pisadas humanas sonaron dentro del complejo. Quaritch estaba listo para darles muerte. Kiri vio al humano aliado apretar dígitos en la pantalla haciendo que la puerta se cierre de forma automática. Pero antes de que ambos se quedaran atrapados dentro de la base, la chica escuchó al hombre que había traído tantos problemas a su familia hace seis años, decir: