2 - El Mercader y su Hija

39 6 0
                                    

Cuando no recibió respuesta, Steve subió las escaleras hacia la cocina. Miró hacia el patio trasero y se encontró con una escena que había presenciado cientos de veces antes: su esposa Tina, guiando a su hija Andi a través de lo que parecía ser una combinación bastante complicada de kung fu. Steve no bromeaba sobre el kung fu. Tina, con su metro cincuenta, podía darle a cualquiera una paliza. La madre de Tina había sido una gran maestra, cuya línea de entrenamiento se remontaba directamente a Ng Mui, considerada una de las Cinco Ancianas de Shaolín.

Tina se mudó a los Estados Unidos como estudiante universitaria y se quedó después de casarse con Steve. Steve era un chino-estadounidense de cuarta generación, por lo que tenía tanto conocimiento de la cultura y el patrimonio chinos como cualquier otro tipo (es decir, muy poco). Su única hija, ahora de veinticinco años, era una mezcla perfecta de ADN parental. Andi -una transliteración de su nombre chino An Di- heredó la altura y el físico de su padre, y los rasgos fuertes y angulares de su madre. Steve y Tina habían planeado darle a Andi un nombre inglés adecuado, pero quedó claro desde temprano que "Andi" sería el nombre ideal para la niña.

Madre e hija terminaron su práctica mientras Steve abría la puerta corrediza.

—¿No soléis practicar después de cenar?

Tina asintió.

—Sí, pero la niña estaba deprimida, quería hacerla sentir mejor más temprano que tarde.

—Mi novia me engañó y me echó de nuestro apartamento, creo que está bien deprimirse. —Andi se encogió de hombros.

Tina rodó los ojos y se dirigió hacia la casa.

—No era la pareja adecuada para ti. ¿Por qué estar triste por algo que no iba a ninguna parte?

Steve se rió entre dientes

—Qué poco sentimental.

—Qué me vas a contar. —Andi agarró una toalla y la pasó por su cara.

—Parece que te ha trabajado bastante bien —sonrió Steve.

Andi asintió.

—Ya sabes cómo es mamá. Cuando entra en modo Sifu, solo queda apretar los dientes hasta que termine.

—Sí, apuesto a que esto te hará pensarlo dos veces antes de trabajar desde casa mañana, ¿me equivoco? —Steve cambió de tema cuando su hija hizo una mueca—. Estoy bromeando. ¿Puedes investigar sobre la finca Decker después de refrescarte?

—Claro. —Andi inclinó la cabeza—. Está en Harrier Ridge, ¿no?

Steve asintió con la cabeza.

—Nos han invitado a presentar una oferta para trabajar en ella. Chad tenía el contrato y renunció. Si lo conseguimos, tendremos una buena cantidad de dinero para los días lluviosos.

—¿Por qué renunció Chad?

—Haz tu investigación, no quiero que nadie saque conclusiones precipitadas de este caso.

Andi empezó a subir las escaleras.

—Iré al Departamento de Edificaciones después de la ducha. ¿Vas a trabajar aquí el resto del día?

—Voy donde Callahan en media hora, y no quería conducir desde el centro de la ciudad.

—Tiene sentido. —Andi se detuvo a mitad de las escaleras—. ¿Quieres algo de la oficina ya que voy en esa dirección?

Steve lo pensó por un segundo.

—No, solo asegúrate de estar de vuelta a tiempo para la cena.

El secreto de Decker©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora