9 - Salto de Fe

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Andi quedó tan sorprendida por la pregunta que se quedó con la boca abierta.

—Olvida lo que dije —dijo la señora Decker en voz baja. Inmediatamente se arrepintió de la pregunta porque no quería saber la respuesta—. Mejor volvamos.

Andi deseó tener un pañuelo o un trozo de papel para ofrecer. Estiró la manga de su sudadera y limpió las lágrimas que quedaban a la vista.

—Lo siento...

—Está bien —contestó derrotada—. Vamos, Andi, volvamos a casa.

—¿Estás...

—Andi, estoy bien. No tenemos mucho tiempo, volvamos.

—De acuerdo. —Andi giró la llave y puso el coche en marcha—. Por cierto, no me pareces fea. Y sobre Kei Shang, siempre puedes hablar conmigo, ¿sabes?

—No de esto, Andi, lo siento.

El trayecto de repente ya no era tan alegre. Andi no podía entender qué estaba causando la reticencia. Después de todo, habían estado hablando de todo lo demás como viejas amigas. La tristeza de la mujer a su lado casi le rompía el corazón.

Stewart esperaba con ansia en el garaje a su regreso. Andi casi podía ver cómo suspiraba aliviado cuando llegaron.

—Llevaré esto de vuelta al sótano, Andi —dijo Stewart cuando ella salió—. ¿Fue un buen paseo?

Andi asintió.

—El coche es espectacular.

Caminó hacia el lado del pasajero y abrió la puerta. Mientras Andi la levantaba, Decker apoyó la cabeza en su hombro. Andi le dio un apretón cariñoso antes de bajarla suavemente a su silla de ruedas.

—Gracias.

—Un placer —dijo Andi con sincersidad. "¿Es extraño que piense que huele increíble?". Inmediatamente, trató de apartar ese pensamiento. En cambio, se estiró y miró de nuevo el enorme garaje. Sus ojos siguieron la escalera que bajaba al sótano y luego subieron hasta un entrepiso sobre ellas—. ¿Qué hay ahí arriba?

La señora Decker encogió los hombros.

—No tengo ni idea. Sube y mira si quieres.

Andi subió las escaleras y abrió la puerta, parecía ser un apartamento nuevo con todas las comodidades. Asomó la cabeza y dijo:

—Es un apartamento.

—¿Qué?

—Es un apartamento. Dormitorio, baño, cocina, sala de estar. Aunque no parece haber sido habitado, —Andi bajó las escaleras de nuevo—, la mayoría de los electrodomésticos todavía tienen el plástico de fábrica.

Decker sintió curiosidad. Sabía que habían jugado con la idea de construir un apartamento separado, –'Para Quinn después de la universidad,' decía Damian.– Tal vez lo hizo y nunca se lo contó a nadie. Después de todo, tenía gente entrando y saliendo de la casa para todo tipo de proyectos.

—Quiero verlo —dijo mientras deslizaba la silla de ruedas hasta el pie de las escaleras.

Una vez más, Andi tomó a su clienta en brazos y subió cuidadosamente las escaleras.

Esta vez, fue la señora Decker quien murmuró un 'wow' mientras Andi la dejaba en el sofá.

—Sí, es un lugar bastante genial; me mudaría aquí ahora mismo —bromeó Andi. "¡Mucho mejor que vivir con mis padres!"

El secreto de Decker©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora