Capítulo 31: Invierno

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El invierno le abraza con intensidad, haciendo titilar la llama de su vida.

La nieve quema su piel.

¿Cuál es el sentido de su vida? ¿La venganza contra el hombre que le abandonó?

Aquello ya no tenía sentido. Kiritsugu Emiya ha muerto y ella no tuvo nada que ver con su muerte.

¿Cómo se podía sentir? Desde que su padre le abandonó, dejando morir a su madre y formando otra familia, su corazón ardió en las llamas oscuras del resentimiento y cuando se apagó, las brizas del invierno le devolvieron a la realidad.

Era una niña miserable.

Cuando paseaba en los altos pasillos de piedra del castillo que quemaban sus descalzas extremidades, el eco de los tiempos pasados aletean como mariposas que se derriten como copos de nieve.

Las risas, abrazos, bromas y caricias que compartió con sus padres, perdiéndose en parpadeos.

Sentimientos que se perdieron y nunca volverán, porque se fueron juntos a sus padres, dejando un cascarrón vació.

Avanzaba y los pasillos no se terminaban, progresa sin caminó, porque la venganza se apagó antes de poder iniciar.

¿Adónde se iría el odio y la frustración que escurría en su piel?

Al reflejo de sí misma ¿a la patética niña que le observaba? La que no fue capaz de escapar del castillo para llevar a cabo su venganza, la patética niña que pidió el amor de sus padres y fue reemplazada.

Cambiada por un niño de Fuyuki, quien recibió el amor que le correspondía, un ladrón...

Y lo que parecía un futuro sin sentido, volvió a cubrirse de colores cálidos y opacos.

Ahí estaba, su razón de ser.

Venganza contra el niño que le arrebató a su padre.

Su hermanastro, Emiya Shirou.

En la guerra por el Santo Grial, sus destinos se cruzarán y la muerte caerá sobre el perdedor, no puede morir antes de cumplir su destino.

Por eso sus piernas no se detienen en la persecución, los aullidos de las bestias se acercan y el miedo le invade.

Nadie la protegerá, está sola y nadie lamentará su perdida.

Por eso tiene que vivir, vivir para no lamentar la muerte. Vengarse de su padre, acabando con el hijo que dejó.

Pero la venganza desaparece cuando el primer lobo salta sobre ella y muerde, una y otra vez, el resto de la manada cae sobre ella, desgarrándola.

Solloza y lamenta, ¿Por qué?

No se preguntaba porque estaba en esta situación de muerte, del porque caminaba descalza en el bosque de invierno o por qué los lobos quieren devorarla.

Se pregunta la razón de que su padre no está ahí para ella, para salvarla.

Suplica una y otra vez a los recuerdos de Kiritsugu.

Su padre debe salvarle, solo él puedo. Kiritsugu es muy fuerte y acabará con ellos.

La nieve se levanta, los perros chillan y una figura más alta que ella la protege.

¿Kiritsugu?

Berserker, el Servant que invocó la está protegiendo de los lobos, pero actúa como una muralla, no se defiende.

No es Kiritsugu, es Berserker quien le protegió.

La alta figura, un ser sobre toda la naturaleza se mantiene como una estatua inmóvil, los lobos le atacaron sin piedad cuando se recuperaron de la primera impresión.

Fate: Hombre de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora