Queen of mean|Astelle

III.- FUERA DE LO ORDINARIO

Noelle terminaba de colocarse unas arracadas plateadas que combinaban perfectamente con el elegante vestido azul claro.

― Noelle, es hora de irnos ― Anunció su hermano mayor parado en la puerta de la habitación.

La mencionada asintió a través del espejo. ― ¿Qué tal? ― Pidió tímida girándose a mirarlo.

Nozel sonrió. ― Te ves bonita, tú eres bonita Noelle ―

― Gracias Nozel-niisama ― Caminó hacia él.

Quien de inmediato le ofreció su ante brazo. ― No te sueltes ― Indicó.

Ella soltó una risita, era extraño verlo comportarse tan cariñoso, pero sabía que lo hacía con la mejor intención para subirle el ánimo. ― De acuerdo ―

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― ¿Te diviertes, preciosa? ―

Noelle rodó la mirada ante lo escuchado, no tenía ánimos para lidiar con gente, menos con tipos que quisieran pasarse de listos.

― Escucha amigo, no quiero ser grosera pero... ― El resto de su oración quedó atorada en su garganta cuando su mirada chocó con esos ojos verdes que en aquella primera ocasión no había tenido tiempo de admirar a detalle.

― ¿Amigo? ¿Acaso ya lo somos? ― Pidió con expresión divertida.

― ¡¿Tú!? ― Exclamó ella de vuelta, casi tirando su propia bebida.

― ¿Siempre vas a tener expresión cada que me ves? ―

― Estás chiflado, lárgate de aquí ― Colocó su copa en una mesa vacía y con sus dos manos intentó alejarlo.

― Sí que eres grosera, Princesa ― Comentó con burla, pues ella no lograba moverlo casi nada.

Noelle se alejó. ― No quiero verte ― Planeaba darle la espalda y dejarlo ahí.

Pero su voz la detuvo. ― Lástima, porque yo sí quería verte ―

Ella giró nuevamente y lo miró totalmente confundida. ¿Qué rayos planeaba ese demonio?

― ¿De qué hablas? ―

Asta se acercó. ― Mi hermano y yo queremos disculparnos por el trato inapropiado que te ofrecimos aquel día ―

Del saco del traje del Rey salió el diablillo de cabello blanco. ― No volveré a robar de su cocina Lady Noe, a pesar de mi comportamiento fue muy amable conmigo ― Hizo una reverencia. ― Le agradezco ―

Noelle los miraba a ambos sin poder creerse lo que escuchaba.

― Como Monarca de mi plano, quiero que entienda que debo cuidar de mi gente, por eso tiendo a parecer algo hostil ―

― Lo entiendo ― Musitó ella con algo de pena. ― Yo fui muy impulsiva, no debí acudir sin invitación ―

― Me alegra que el malentendido se aclarara ― Se agachó un poco y extendió su mano hacia ella para cerrar las paces.

Todavía la joven Princesa tenía sus dudas, pero no quería parecer irrespetuosa.

Estrecharon sus manos sin más.

― ¿Asta? ―

Ambos volvieron su atención al rubio de traje que entraba a escena.

― ¡Cielos! De verdad eres tú, hace años que no te veía... ―