Capítulo 7: La mesera.

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Discutí con Derek por haber volado a Nueva York por mí ese día, había llegado muy lejos al haber invadido mis vacaciones; él se justificó diciendo que cuando me llamó y no contesté, llamó a Lorena que estaba más que pasada de copas y que le dijo que estaba con un latino guapo y ardiente, así que diera por terminada la relación. 

Peleamos con locos por un par de horas y luego llegamos a un acuerdo en que jamás iba a volver a suceder lo mismo. Él quiso tener sexo y yo lo rechacé, porque si lo hacía, pensaría en Pedro Pascal y lo que quería era sacármelo de la cabeza. 

Pensaba que quizás con el tiempo lo haría. 

No fue así. 

Al regresar a Chicago, Lorena y yo seguimos con todos los preparativos para abrir nuestro restaurante de comida italiana, tuvimos horas de trabajo porque aún quedaban muchos detalles que afinar, la verdad es que no tenía mucho tiempo para pensar en mi semana caótica en Nueva York. Lo admito, la primera semana lloré un poco porque yo no quería despedirme de Pedro de esa forma y porque había algo entre los dos que no podía negar y que tuve que cortar de raíz por mi bien; luego fueron pasando las semanas y entre el trabajo y el cansancio, fue pasando de mi esa situación.

Dos meses después de nuestras vacaciones, abrimos nuestro restaurante; l'albicocca. Se tenía el plan de que fuera un restaurante de tres tiempos; desayuno, comida y cena; abríamos de diez de la mañana a diez de la noche y nuestro día de descanso eran los lunes. 

Pensé que la respuesta de las personas iba a ser rápida, pero como sucede en todos los negocios, se tiene que tener paciencia, lo malo es que las deudas no esperaban, así que Lorena y yo decidimos meternos a trabajar medio tiempo en un servicio de banquetes que nos había recomendado una compañera de la facultad, esto para solventar los pagos de los préstamos que habíamos pedido en lo que la clientela comenzaba a aumentar. 

Mi mejor amiga y yo nos turnábamos para ir, ya que era salir de la ciudad y teníamos que viajar algunas veces dependiendo el evento; era una compañía prestigiosa, Lorena y yo entramos por nuestros dotes culinarios y la paga era tremendamente linda, aunque era una joda. 

"Me toca ir a mi esta semana" dije mientras leía los mensajes del grupo. "Roberto dice que habrá un evento en Boston y que la sede de allá, necesita cinco personas más" suspiré, odiaba cuando nos hacían volar, porque eso significaba que los que íbamos a 'apoyar' era hacer todo para desquitar lo que nos pagaban. 

"Demonios y en Boston está Carolina como supervisora" se quejó mi mejor amiga mientras limpiaba la barra. "Si quieres voy yo, sé lidiar con ella" 

"No, esta semana toca de especialidad el Ossobuco y sabes que yo no tengo suficiente paciencia para los cortes de ese plato, sería un desastre si yo me quedo" hice una mueca. 

"De acuerdo, pero no olvides respirar cuando Carolina dice que no haces nada, recuerda que necesitamos el empleo por unos meses más" 

Asentí con la cabeza, luego me fui a servir más vino tinto a la mesa del fondo donde una pareja disfrutaba de su pizza Margarita. 

Eran las seis de la mañana y un día nublado cuando aterricé en la ciudad de Boston, según los especialistas, decían que solo el lunes estaría nublado y que los demás días serían tan soleados que necesitaríamos kilos de hielo y alcohol para soportar el calor, era verano, así que la combinación de lluvia y sol eran típicos. De las cinco personas que solicitaron, éramos dos mujeres y tres hombres, solo había convivido con Andrew, los otros no tenía ni idea de quienes eran. Llegamos al hotel, que no era algo tan lujoso dado que nuestros vuelos no fueron baratos y la paga era más que decente, así que no podíamos tenerlo todo. Era de esperar que iba a compartir cuarto con Melany, una chica castaña de cabello muy rizado y loco que no decía una sola palabra pero que su tiramisú era perfecto. 

Derek llamó a las diez de la mañana, justo cuando dormía, esperando a que Carolina llamara. 

"¿Cuánto tiempo estarás allá?" me preguntó. 

"Creo que regresaré el domingo por la noche, el evento empieza el jueves, solo que estaremos sirviendo comida a los invitados del evento entre semana, además hay que montar todo" justifiqué. 

"De acuerdo, entonces sí deberías descansar, Carolina es una pesada, una de las alumnas más irritables que he tenido" asentí con la cabeza. "Te quiero" me dijo de pronto. 

"Yo igual" solté y colgué. 

Cerré los ojos cinco segundos y cuando menos lo esperé, la fastidiosa supervisora estaba invadiendo mi habitación. 

"Levántense, que no son vacaciones pagadas, tenemos mucho trabajo que hacer" su voz era chillona y me enfadaba. "El hotel en donde se están quedando las personas de todo el evento es el Battery Wharf Hotel, está cerca del mar y queda a dos cuadras de aquí, nos tenemos que presentar para preparar las comidas y la cena" seguía hablando mientras mis otros tres compañeros entraban. "Mañana ya serviremos los tres tiempos y el jueves, viernes y sábado prepararemos el banquete para el evento. Antes de que pregunten, no les puedo decir que evento es porque no es de su incumbencia, solo vienen a trabajar y ya" 

Nadie se sorprendió de sus comentarios pesados, prestamos atención a lo que nos dijo y seguimos las instrucciones; a las diez y veinte ya estábamos en la cocina del hotel con vista al mar. 

"Júntense todos" habló un hombre, lo reconocí al instante, era jefe de cocina. "Los nuevos se dieron cuenta de que estamos faltos de personal y me alegro mucho de que estén acá" hablaba con su voz sonora. "Lo que deben saber es que no solo nos faltan cocineros, sino también camareros..." eso ya no me estaba gustando para nada, "Así que echaremos suertes entre mis cinco nuevos aliados para ver quién se queda en la cocina a preparar comida o se sale a servir" Carolina pasó al frente con unos papelitos en la mano, dejando que todos tomaran el suyo. 

Tomé el mío y en verdad no quería abrirlo porque yo conocía mi suerte y con todo esto, sabía que me iba a tocar ser...

"Excelente, una camarera muy bonita y de piernas duras" celebró el jefe de cocina al ver mi papel. "Tu uniforme es este" me extendió ropa muy bien doblada. "Carolina te llevará con los otros camareros y te dará las instrucciones" 

No respingué  ni protesté; escuché lo que tenían que decirme porque pensaba en la jugosa paga que me esperaba para pagar la maldita plancha que nos servía para hacer las especialidades.

"No los quiero ver alardeando ni el celular, si me entero que perdieron al menos cinco segundos en algo que no sea servir y trabajar, los hago lavar los baños" nos amenazó antes de abrir el restaurante del hotel. 

"Llegó alguien a la mesa tres" me señaló mi compañera, quedamos en un acuerdo de que las mesas, tres, cinco, diez y ocho, era mías, las demás no eran mi problema. 

Respiré hondo, tomé las cartas y comencé a caminar, era un grupo pequeño de personas, unas me parecían conocidas porque sospechaba que eran actores, no era de sorprender que fuera un evento para ellos si nos habían mandado traer de Chicago para atenderlos. 

Luego miré un poco a mi izquierda, reconocía el jodido cabello ondulado, al igual que la risa estruendosa. 

Él me miró por cinco segundos, tragué saliva y sin pensarlo me regresé. 

"¿A dónde vas?" me cuestionó Carolina.

"Me acaba de bajar y necesito cambiarme la toalla" dije de malhumor, sin oportunidad de que ella me respondiera dejé las cartas en la mesa y me metí al baño.

Comencé a llorar recargada en el lavamanos, quise golpear todo a mi alrededor.

Creo que ahora el destino se estaba divirtiendo al ponerme como mesera y cocinera de Pedro Pascal por una semana entera. 

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Nota de la autora: tarde pero sin sueño, les prometo que se irá poniendo mejor, me disculpo por haberme ausentado una semana pero tuve un accidente y neta no tenía cabeza para pensar en escribir,por eso las compensé con dos capítulos, las veo el domingo siguieenteeeee. 


La noche en que conocí a Pedro PascalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora