ᴅᴏꜱ

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Era temprano por la mañana, quizá las nueve y el frío calaba en los huesos en el momento del día en que la temperatura comienza a nivelarse. Satoru caminaba a prisa por el barrio de Shibuya en busca de alguna pista o, en este caso, de un lacayo, un dealer o algún idiota que lo llevara directamente a la raíz del grupo rival.

Como solía ser, esto se trataba de un trabajo mísero y cansado. No hacía más que tener que dar vueltas en el sector hasta identificar todo de memoria; tanto las calles, como las personas y los edificios, los locales, las caras de la gente, absolutamente todo. El ambiente era como el de cualquier lugar en Japón, la única diferencia era que carecía de remodelaciones y que en vista de ser parte de una comunidad muy abnegada y en la marginación (dado que había una zona turística a pocos pasos), la drogadicción y las pandillas eran mucho más visibles. Había más delitos, y, al preguntar descaradamente a algunas mujeres que lo miraban en la zona (haciéndose pasar por oficial de policía encubierto) obtenía por respuesta a sus preguntas que la inseguridad era común.

Era sorprendente, y casi ríe al pensar que era tal cómo ocurría en Nueva York.

Pasaron un par de horas, dió algunas otras más vueltas, el cielo se había nublado y poco a poco la gente en las calles se dispersaba. Era momento de encontrar algo de comer y continuar, quizá en una de esas tiendas que hay en todos lados, no lo pensó y se dirigió a una.



Y fue ahí cuando lo encontró.

En una fila atrasada en una tienda de conveniencia con empleados inútiles los cuales estaban al borde de una crisis, fue en donde vió a este hombre visiblemente guapo. Vestía informal: pantalones de mezclilla sumamente sueltos y una camisa blanca, señal de que vivía cerca. Parecía que acababa de despertar, su largo cabello oscuro caía sobre sus hombros, húmedo.

Miraba su teléfono constantemente, recibía algunos mensajes, respondía otros y después solo se quedaba absorto en la nada esperando a que la fila de casi ocho personas avanzara. Satoru pasó a su lado y le dió las buenas tardes sin una respuesta.

«Es un completo grosero, me encanta.» Pensó mirándolo desde el pasillo de los dulces haciéndose el tonto.


Dió unas vueltas más en la tienda y después se formó detrás de él. Efectivamente, acababa de tomar una ducha, olía increíble. Luego, él al llegar con la cajera pidió cigarrillos, pagó con un billete y unas cuantas monedas que sacó de su pantalón, y después se dispuso a fumar fuera de la misma tienda.

Ese era Suguru y en realidad no le toma mucha importancia a este extraño que lo mira casi de manera lasciva, así que al salir solo se olvida de él. Minutos más tarde el peliblanco saldría disparado de la tienda a buscarlo y al encontrarse con él, le da su número y una barra de chocolate que con nerviosismo Suguru acepta "gustoso". Mira al extraño nuevamente, notando esta característica tan llamativa y sútil más allá de su albinismo: sus ojos. Le pregunta con algo de miedo el por qué le da su número a un completo desconocido, y a Satoru se le tuerce la boca de vergüenza y angustia debido a que no esperaba esa respuesta.

Tiene un plan con este hombre hermoso, pero tiene que fingir ser solo estúpido para infiltrarse en el mismísimo epicentro del ghetto de Shibuya.
Lo sabe, no puede desperdiciar está oportunidad.

Entonces algo dentro de él se dispara, como una sorpresa, una especie de estruendo parecido al sonido de un vaso de vidrio al estrellarse en el suelo para luego romperse. «¿Seré un acelerado?» se pregunta de manera casi psicótica en sus adentros al ver los ojos violetas del hombre recargado en un tubo del estacionamiento de la tienda, con algo de curiosidad. Piensa en lo que podría hacer después, puesto que este tipo solo será su cuartada por si la policía llega a meter sus narices.

Después de todo, el asesino aquí es él, lo que de alguna manera hace que Satoru se sienta aún más confiado de relacionarse con este sujeto.

Será algo de días, luego si es necesario, acabaré con él.


Volviendo en sí, le respondé que sintió algo al mirarlo, qué fue "instantáneo", algo que hasta cierto punto era real.
Suguru le sonríe de forma tierna (o la más parecida que encuentra) y de manera más tranquila pregunta si vive muy lejos, a lo que Satoru menciona que apenas ha llegado a vivir ahí, y que renta en las cercanías de la estación del tren de Shibuya.

Algo estúpido en él, nota de repente que hay algo en este hombre que lo atonta.

—Exploro la zona para familiarizarme con ella, después de todo viviré aquí. —al darse cuenta que no debía decir eso cambia el tema de inmediato:—Me llamo Satoru, puedes llamarme así.


Suguru capta de inmediato por lo que, al no ver amenaza en el peliblanco responde de vuelta:

—Yo soy Suguru, un gusto.


Satoru le sonríe al escuchar su voz, una voz muy muy bonita, y cuando quiere pronunciar su nombre, su teléfono vibra en el bolsillo derecho de su pantalón con la leyenda: "está recibiendo una llamada."












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HOLA CARAJO

JAJAK sé que tardé una eternidad en actualizar (como en todo) pero prometo seguir esta historia porque jaja me emociona un buen y es de las más planeadas que jamás he hecho.

Además sé que les encantará.

UN BESOTE A TODOS, LOS AMO DEMASIADO NUNCA OLVIDEN ESO.
moak para todos.

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⏰ Última actualización: Oct 16 ⏰

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• ʸᵒᵘ ᵏⁱˡˡᵉᵈ ʰᵉʳ ˢᵃᵗᵒʳᵘ! ʸᵒᵘ ᶠᵘᶜᵏⁱⁿᵍ ᵏⁱˡˡᵉᵈ ʰᵉʳ!! • [ ˢᵃᵗᵒˢᵘᵍᵘ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora