Capítulo 5

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En donde una llamada une a dos futbolistas y una canción de radio une a un padre y a un argentino.

Vivir en ese lugar seguía siendo mágico para él. Llevaba ya una semana desde que había sido salvado por Guillermo y este le abriera las puertas de su hogar y de su vida. Aprendía a lo que él creía que era un buen paso. Sus preocupaciones eran las de alistar a Diego antes de las ocho de la mañana para que se fuera a la escuela. Darle de desayunar, preparar la comida y cena. Asegurarse de que el uniforme del chico estuviera limpio y bien planchado. Todo parecía ser fácil pero la verdad era que la cocina mexicana era su gran reto. Pero no se desanimaba tan fácilmente.

Especialmente cuando Guillermo se esforzaba por enseñarle a cocinar y a usar sus trastes. Porque sí, el desde la comodidad de su casa no tendría que a ver pasado por lo que paso a la mañana siguiente en que fue contratado por el padre.

 Porque sí, el desde la comodidad de su casa no tendría que a ver pasado por lo que paso a la mañana siguiente en que fue contratado por el padre

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En algún momento de la noche y de estar pensando en las cosas Messi cayo dormido. En verdad que su primera noche en una hamaca fue algo que estaba seguro de que iba a recordar. Pero ahora mismo era levantado por el pequeño Diego que movía la hamaca con algo de fuerza. El mayor rápido movió su cuerpo para que el niño dejara de marearlo.

—Che ¿Qué pasa con vos, Diegito?

—Papá se fue en la madrugada y me dijo que me ibas a despertar para ir a la escuela, darme de comer y que me aliste— dijo eso el menor con una naturalidad.

Por unos segundos no entendió a que se refería el menor. Estaba activando su mente cuando recordó la charla con Guillermo y sobre el trabajo que ahora tendría al cuidar del menor. Messi lo observo unos segundos.

—Vale, pues vamos a ello ¿Tienes hambre?

—Sí— comento Diego para mostrarle una sonrisa—. Quisiera comer un huevo con jamón. Se me antojo mucho.

—¿Huevo con jamón? He...vale. Pues vamos a la cocina.

Messi se enfrentó en ese instante al primer reto de la mañana. El de alistarse en menos de cinco minutos para luego ir a la cocina. Claro que él cocinaba cuando empezaba su carrera. Una vez que esta estuvo en el punto más grande dejo de hacerlo porque contrato un chef para que le hiciera las comidas que quisiera. O al menos las que estaba permitido comer.

Pero aquí se presentaba un problema mayor.

No sabía nada de la cocina de México.

No sabía cómo se usaba la estufa de esta cocina.

Y escuchaba como la panza de Diego rugía con hambre.

Por más que buscaba el modo de encontrar una similitud a su cocina y la que estaba en frente de él. No lograba. El niño se estaba desesperando.

—Le jalas de esa palanca para que salga el gas y acercas el cerillo a la hornilla para que prenda.

Messi estaba experimentando un nivel de vergüenza mayor por escuchar como Diego le daba las instrucciones. Siguió los pasos que el niño le dio y al momento de prender la estufa. La llama salto al instante ya que el adulto le abría abierto de más para que saliera el gas.

Yo no soy Messi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora