Capítulo 10

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En el que Guille y Lio recuerdan que son seres humanos.

Memo tenía varios pasatiempos aunque generalmente había dos que eran los que más hacía. La lectura y el tejer servilletas para sus tortillas. Muy contrario a lo que el mundo pudiera decirle pues él había encontrado en estas actividades una manera relajante de usar el tiempo que le quedaba. El pueblo La Pelota no tenía una buen red para usar la tele, era muy raro la vez que esta funcionaba decente.

Fue por lo que los habitantes decidieron invertir en pasatiempos que fueran eso, una forma de pasar el tiempo sin la necesidad de depender de algo para llevar a cabo dicha actividad. Memo es un gran fan de los libros que puede encontrar en la biblioteca, de los que vendían en el mercado o cuando iba a algún viaje a la ciudad, siempre pasaba a buscar nuevos libros en las grandes tiendas. Usualmente, compraba libros que fueran bastantes grandes, de esos que tienes que tomarte en serio el tiempo para leerlos porque como no sabía cuándo volvería ir. Quería tener material de sobra.

Esta actividad la practicaba con mucho gusto y se la paso a su hijo, Diego. Memo le había vendido la idea de que el libro era una televisión que se podía llevar a todos lados, en la que no había cortos comerciales. Ni interrupciones, el niño desde ese momento se convirtió en un lector como su padre. Además de que en su escuela el profesor, o tío Chucky, como siempre decía Diego. Les leía cortos, cuentos, o relatos. La vida del padre y del hijo siempre era acompañada de las historias que los libros les regalaba.

Messi en las primeras veces que limpiaba la casa se llevó la gran sorpresa de que había más de cuatro muebles gigantes llenos de libros. Cuando se dio la tarea de limpiar como Dios mandaba fue detenido por un Guille que rápido lo detenía sujetándole de los hombros. Messi se asustó por la reacción que tuvo en ese momento el hombre.

—Es que no puedes limpiar, así como así este lugar. Primero, se sacan todos los libros con mucho cuidado. Luego con un trapo medio mojado limpias y con otro trapo seco terminas la tarea. No dejes los libros cerca del sol porque se pueden volver amarillos. Tampoco puedes colocarnos luego, luego que limpies. Debes dejar pasar un rato para que el agua en verdad se vaya del mueble porque si colocas el libro cuando aún este húmedo le puede salir hongo. Y si me voy a enojar mucho que algo les pase a estos.

Ese fue el primer momento donde Messi conoció que Guille era especial en el cuidado de estos libros. Y no solo él, sino Diego. El niño se enojó mucho cuando Messi había movido por accidente el libro que estaba leyendo, haciendo que el separador se saliera de su lugar. Ese fue el primer momento en que Diego hizo una rabieta contra el argentino.

Ahora justo recordaba con gracia ese momento.

Esta mañana Memo, Diego y él estaban desayunando. Guille había optado por no ir a trabajar el día de hoy, según él mismo. Las ventas de la pesca de la última vez fueron muy buenas por lo que se permitió descansar un poco.

—Oye Lio— Guille había decidido llamar a su amigo de esta manera desde el accidente de las tortillas con Rafa—. Ahora que lo pienso ¿Cómo pasas el tiempo acá cuando terminaste con todo?, porque no te he visto leer un libro de nuestro almacén. Sabes que, si quieres poder tomar el que quieras, no pasa nada.

—Gracias, pero no soy mucho de leer— confeso Messi inocente mientras mordía su tortilla.

—¿Cómo que no eres de leer, Lio? — la voz de Diego llamo la atención del argentino—. Mi papá me dice que los adultos son de leer siempre y que por eso es importante que en la primaria yo lea mucho.

Lionel agarro una servilleta que estaba en medio de la mesa para pasarla por la boca del niño, limpiando rastros de comida.

—Pues si somos de leer, aunque algunos adultos nos gustan leer solo lo necesario.

Yo no soy Messi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora