Capítulo 19

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En donde se permite llorar y sentir.

Diego se perdió en el mundo de los sueños en algún momento de la noche. Rafael tenía cargando al niño en brazos. Chicharito e Hirving estaban conversando con Karla sobre la idea de que volviera hacer la noche de karaoke en su fondita. Una idea que no le estaba pareciendo nada mal a la chica en cuestión.

Lionel y Guillermo se habían pasado todo el rato recorriendo la feria del pueblo; Messi quedo fascinado de como Memo le explicaba la tradición del pueblo, mientras que el mexicano estaba encantado con detallar hasta la cosa más mínima posible sobre su lugar.

Messi no creyó que este lugar fuera real. Paseaba libremente sin temor a que alguien le tomara foto, a que paparazis vivieran e incomodaran a toda la gente que buscaba pasar una noche de diversión. Bebía y comía todo lo que le gustara. Las voces y el sentimiento que desde hace mucho tiempo estaba pegado a él no salía de hace tiempo.

Todo dejaba de existir en el momento en que Guille tomaba su mano, en que le contaba algo nuevo de este lugar. Cuando le regalaba una sonrisa.

Ambos se encontraron con el grupo de amigos que estaba en las afuera de la feria. Rafa ya había metido a su carro al pequeño Diego para que estuviera dormido. Memo se disculpó por hacerlos esperar demasiado. No tuvo idea de cómo el tiempo paso volando.

Lo que no sabía es que ahora iniciaba la segunda parte del plan de Chucky.

—¿Se divirtieron? Porqué espero que así haya sido. Si Memo no te hizo subirte al dragoncito me dices para darle un sape. Ese juego es muy bueno para gritar y bajar la comida, Lio.

—Gracias, profesor, por esa invitación, pero la verdad es que después de las tazas locas no me quedaron nada de ganas de subir a otro juego mecánico como le dices ustedes. Enserio que a veces sentí morir.

—Nada de profesor. Afuera soy Hirving o Chucky, de cuates.

—Normal para alguien que vive en México— Chicharito se unió a la plática—. Bueno pues Diego se quedó jetón. Sera mejor irnos a mi casa para que descanse.

Aquella frase le hizo ruido al padre del niño.

—¿Irnos a tu casa?

—¿No te dijo Diego? — Chicharito utilizo una voz muy sobreactuada—. Nooombre que canijo de veras. Igualito a su padre, pues resulta que tu niño nos dijo que quería pasar una noche con nosotros. Ya sabes, con sus tíos y yo le dije que no había problema. Que se viniera a mi casa ya que está cerca del centro.

—Hasta se trajo su mochila con su pijama y sus cosas. Que porque quería pasar rato de calidad con sus tíos ¿Tú crees? — Chucky hablo mientras agarraba desprevenido a Memo y lo abrazaba.

—Incluso hasta yo salí embarrada porque me dijo, tía Karlita ¿Puedes hacerme mis chilaquiles rojos con huevito que tanto me gustan? Y pues mañana eso va a comer en mi fonda.

Memo miraba incrédulo a sus amigos. Había algo en su mirada y en cómo se comportaban que le hacían creer que todo eso que dijeron era solo un cuento.

—¿Rafa? — pidió apoyo a su amigo mayor.

—¿Qué te digo? Cosas de niño, supongo.

Y fue lo único que dijo Rafa mientras se unía a la conversación.

—Bueno entonces ¿Todos se van a quedar con Chicharito en su casa?

—Yo no, claro está — intervino la única mujer del grupo—. Es obvio que una mujer necesita de su propio espacio. No me malinterpreten chicos, los amo. Pero a veces es mucho tiempo de... hombres— soltó esta palabra con un poco de asco fingido logrando que sus amigos solo se rieran—. Una mujer necesita lo suyo.

Yo no soy Messi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora