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Están los dos parados
frente a
Preguntándome, “¿qué podemos
hacer ahora que
te amamos los dos?”
Yo también los amo
No veo por qué
No podemos continuar
como tres

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La valija que llevaba estaba algo pesada después de comprar algunas cosas es sus mini vacaciones por Londres, era imposible para ella no entrar a cada tienda que se le cruzaba por enfrente.

Abrió la puerta de su casa para apoyar la valija a un costado de la puerta y dejar las llaves en la mesita, enseguida la morocha se sacó sus zapatillas que ya no aguantaba. Si era por ella andaría descalza todo el día, era algo que en su casa si podía hacer aunque Julián todo el tiempo le decía que se iba a enfermar por las temperaturas que había en Manchester si seguía haciendo eso.

Dejó todas sus cosas así tiradas, ya después iba a ponerse a ordenar todo pero estaba muy cansada, comenzó a caminar hacia la sala para poder tirarse en el sillón y ahí estaba él, esperándola como si el tiempo no hubiera pasado, como si estas semanas hubieran sido solo un par de horas, los dos se miraron sin saber muy bien qué hacer, hasta que el cordobés decidió romper el silencio.

—¿No me extrañaste? Y yo que pensé que ibas a saltar a abrazarme —abrió los brazos esperando a que Mara se acerque para romper la distancia que había entre ambos.

No sé sabía quién de los dos necesitaba más este abrazo, pero está claro que los dos lo disfrutaron como si fuera el último que podrían darse.
Mara se acercó rápidamente hacia él y rompió cualquier distancia que podría haber entre ellos, lo abrazó y enredó sus piernas en la cintura de su novio, Julián puso sus manos en las piernas de morocha para que lo se caiga mientras ella lo abrazaba, ninguno sabe bien cuanto tiempo estuvieron así, hasta que sus miradas se conectaron, buscando algo más en el otro, después de todo un abrazo después de años de relación no eran todo lo que quieran.

Ninguno bajó su mirada, Mara no sé animaba a tomar el primer paso después de lo ocurrido en la cocina, posiblemente Julián notó esto, por lo que decidió hablar nuevamente

—Sí, Mara, podés besarme —no era fácil intimidar a la cordobesa, pero definitivamente eso había sobrepasado para lo que su mente estaba preparada en ese momento.

—¿Cómo? No, yo no estaba pensando eso —era bastante tierno cómo tartamudeaba, o molesto dependiendo a quien le preguntes, cuando estaba nerviosa y eso que no ocurría nada seguido.

Julián decidió tomar la iniciativa porque estaba claro que Mara iba a tardar un poco… los labios del morocho se posicionaron sobre los labios de ella, en un beso suave pero intenso que cada segundo se iba intensificando. Julián colocó una de sus manos en el cuello de Mara para profundizar más el beso, mientras la otra se encontraba todavía debajo de las piernas de la morocha.

Volvió a sentarse en el sillón, con su novia sentada sobre él a horcajadas. Sus manos apretaron los muslos de la chica, mientras que ella acarició desde sus brazos hasta sus hombros, sin encontrar un lugar donde acomodar sus manos hasta que decidió llevarlas a su nuca.

Julián no la besaba con ternura y suavidad como de costumbre. Era un beso agresivo y desordenado, ambos querían llevar el ritmo pero era el mayor el que la guiaba. Mara se dejó besar y tocar, los dedos de su novio se clavaban en su piel casi con bronca, pero ella no pensaba quejarse, hasta que él se alejó.

La chica lo miró con el ceño fruncido, pero él no la dejó decir nada porque le sacó la remera y enterró la cara en su cuello.

—Juli...

DOBLE VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora