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❝ APOYO ❞

ADVERTENCIA :
Narrado en tercera persona.
Lenguaje un tanto explícito.
Luego de la pelea de Joel con Ellie, queda emocionalmente inestable.

Joel no sabía que hacer en esos momentos

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Joel no sabía que hacer en esos momentos. La reciente pelea con Ellie provocó un sin fin de emociones dentro de él, terminó llorando amargamente en su habitación correspondiente.

"Es verdad. No eres mi hija. Y se bien que no soy tu padre"

Sí, lo que dijo fue duro. Demasiado. Pero creía a fondo que era lo mejor para Ellie, se había dado cuenta que todo lo que lo rodea termina herido físicamente e incluso muerto. No quería ese destino con ella. No, ella no debía tener tal vil final, tenía que vivir su vida como cualquier ser humano o el intento en este mundo apocalíptico.

Pasó sus ásperas manos por su rostro, quitando el rastro de lágrimas que caían por sus ojos silenciosamente. Estaba ahogado.

Necesitaba quitar ese malestar de una u otra forma. Pero, no tenía ni idea como hacerlo. Estaba muy abrumado con la anterior situación.

—¿Joel?

Nervioso, se limpio su rostro con sus manos para eliminar el rastro de su llanto, revolvió sus hebras dejándose tanto despeinado y tosió un poco para quitar esa posible voz quebrada. Suspiro hondo.

—Pasa.

La puerta se abrió enfrente sus ojos mostrando una silueta femenina alta. Claramente no tanto, pero se daba su diferencia. Joel observó atento a su rostro, genuinamente preocupada, apretó sus manos un poco por esa expresión ajena y no tuvo más que ignorarla para disimular que estaba llorando. Asintió a su cabeza dándole el permiso a que se acercará. Acotó tal acción que cerró la puerta con suavidad detrás de su espalda delgada y caminó a él. Delicadamente.

Siempre deslumbrando una belleza al caminar.

Mantuvo una expresión indiferente. Cómo siempre.

—¿Sucede algo, Katherine?

—Uh. —expresó con un ligero asentimiento de cabeza, sentándose al lado de Joel. —Necesito saber que sucedió con Ellie, Joel.

Mierda. Ya se entero.

—No sucedió nada. Ignóralo. Es algo ya pasado.

La cálida, pero también callosa mano, reposó sobre la suya tomándola tan delicadamente que se sentía cómo porcelana a su lado. Sintió su pulgar acariciar tiernamente su dorso, mordió su labio inferior por tal adorable acción. Ella le traía paz. Tanto tormento y ella era la calma ante la catástrofe.

APOCALYPSE | Joel MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora