Capítulo ocho: La Copa Portorosso

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Chiara, en toda la noche había empezado a buscar lo que necesitaba para la copa Portorosso. Había pedido "prestada" una bicicleta que encontró y sabía cómo comer pasta sin que se le cayera, pero lo único que le faltaba era saber cómo iba a nadar, con tan solo el contacto del agua podría convertirse en monstruo marino y no sabía lo que podían hacer con ella. Pero logró encontrar un traje de buzo en un almacén, recordó que cuando conocieron a Alberto no pudieron identificar inmediatamente que era un monstruo marino, por lo que le podría ayudar.

   

Al día siguiente todo Portorosso se estaba preparando para la copa Portorosso, Luca y Chiara se habían encontrado, se perdonaron entre ellos antes de saber que tenían la misma idea, solo que Luca tenía una condición para hacerlo, la cual Chiara no quería aceptar pero al final lo hizo:

    

–¿Qué quieren dividir su equipo?– preguntó la señora Mastroianni

–Sí. ¿Si puedo hacerlo?– dijo Luca sujetando la bicicleta con Chiara a su lado con la bicicleta que había tomado

–¿Luca, Chiara? ¿Qué están haciendo aquí?– preguntó Gulia acercándose a los mellizos

–Tranquila, vamos a competir solos e incluso Chiara.

–Puedes hacerlo si quieres– dijo la señora Mastroianni captando la atención de los tres –pero no lo recomiendo...

–Gracias– dijo Luca interrumpiéndola mientras se iban los hermanos

–Hagamos esto– dijo Chiara

–Pero... ¿Qué harán cuando...? Eh... ¿Cómo es que van a...?– decía Gulia interrumpiéndose a sí misma a cada pregunta que hacía para no delatarlos–. ¡Es que no saben nadar!– pudo decir al fin

–¿Sola otra vez?– dijo la señora Mastroianni con un poco de diversión

Gulia la miro un poco molesta.

   

Daniela y Lorenzo bajaron unas escaleras para seguir buscando a sus hijos:

–Ah, voluntarios– dijo un sacerdote cerca de una mesa con vasos de agua y con un bote y una escoba

–¿Eh?– dijo Daniela confundida

–Llegan tarde.

–¿Eh?– dijo Lorenzo también confundido

–Un vaso por cada niño– dijo señalando la mesa con vaso de agua

Miraron la mesa pensando nuevamente que podían mojar a los niños, para encontrar a sus hijos:

–Oh– dijo Lorenzo

–Eh... si, si. Un vaso por niño, entiendo– dijo Daniela

–Tengan– dijo el sacerdote dándoles el bote y la escoba–, para cuando Gulia... ya saben– dijo señalando su boca abierta dando a entender que era por si vomitaba

   

Todo Portorosso estaba esperando a que la carrera empiece.

Gulia se acomodó su gorro para nadar, un poco nerviosa por los mellizos sobre como le harían para que no se pusieran en peligro:

–¡Forza Gulietta!– dijo Massimo sosteniendo una pancarta junto con Machiavelli, que decía: "Gulia!!!", con los círculos de las i y con los círculos de los signos de exclamación, pintados con las patas de Machiavelli

Gulia le sonrió a su padre, empezando a estirarse:

–Ciccio, quieto– dijo Ercole abriendo una botella–. Olio d'oliva– dijo mientras le ponía un líquido amarillo–. Cortarás el agua como un cuchillo. Un cuchillo aceitoso– terminó dirigiéndose a Gulia

Luca (Amor marino) (Alberto Scorfano x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora