Prólogo

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Las calles de Seúl estaban bañadas de personas corriendo de un lado al otro bajo la lluvia

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Las calles de Seúl estaban bañadas de personas corriendo de un lado al otro bajo la lluvia. Algunos se cerraban los abrigos con fuerza bajo los paraguas y otros se habían resignado y aceptaban las gotas contra sus rostros.

Lisa miraba a su alrededor con curiosidad: los dueños de cafeterías recogiendo las mesas para que no se mojaran, los estudiantes empujándose unos a otros para poder resguardarse en los portales de los edificios, los coches pitando cuando alguien corría en medio de la calle para cruzar de un lado al otro. Toda aquella algarabía era Seúl.

Lisa iba a extrañarlo. Habían pasado seis meses desde su intercambio para realizar las prácticas y apenas disponía de menos de cuarenta y ocho horas para recoger su escasa ropa y regresar a Tailandia. Extrañaría el ruido de la ciudad, las cafeterías y sus postres tan deliciosos como perfectos a simple vista. Extrañaría a sus alumnos.

La campanilla de la biblioteca emitió un ligero sonido cuando colocó sus pies en el felpudo de entrada. Agitaba su paraguas a medida que sacudía las gotas de agua de su falda gris.

- ¡Oh! Has venido, Lisa~yah.

Minnie, su compañera de clases, la había visto colocar el paraguas junto al resto para acercarse al mostrador. Estaba terminando de atender a una señora que había comprado un libro de poesía.

- ¡Vuelva pronto, ajhumma!

Lisa sonrió al verla tan entusiasmada. Era su primer día de trabajo en Corea, había tenido suerte de echar su currículum en la biblioteca que solían frecuentar cuando llevaban a los alumnos a tardes de lectura.

- Veo que se te da bien el puesto - pasó sus dedos por los lomos de varios libros apilados a un lado de la mesa.

- ¡Estoy súper contenta, Lili! Mira, ¡hay niños hoy!

Lisa miró por encima de su hombro hacia donde Minnie señalaba. Era cierto, habían un montón de niños ocupando las mesas de la biblioteca. Lápices y ceras de colores, folios y caricaturas desperdigados encima de la madera.

- ¿Hay algo especial hoy?

Minnie asintió despeinando su propio flequillo. No dudó en rodear el mostrador para unirse a su amiga y de paso acercarla a los pequeños visitantes.

- Son niños con enfermedades autoinmunes. Hay una clínica en esta avenida que tiene un taller para sus pacientes. Sus padres les han traído junto a un par de enfermeras.

No había notado a las mujeres vestidas con pijamas azul cielo ni mucho menos las ojeras, las tiritas y los antebrazos amoratados de algunos de los niños. El corazón le palpitó con fuerza dejando un semblante triste en su rostro. Quería abrazar a cada uno de los niños, o mejor, tener la certeza de prometerles un futuro mejor.

La vocación que había elegido la deprimía en varias ocasiones pero jamás mostraba otra cosa que no fuera esperanza y felicidad a aquellos con los que trataba.

LIMERENCIA ~ LIZKOOK FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora