... Izanami observó en completo silencio a su compañero sorprendida ante aquella pregunta, ella tomó una bocanada de aire como si quisiera responder, aunque por lo pronto observó cabizbaja la tierra que pisaban sus pálidos pies.
–¿Por qué lo quiere saber?– Preguntó regalando una sonrisa notoriamente nerviosa . –Creo que usted no es la clase de hombres que gusta saber cosas sin importancia...
–No seas idiota, mocosa.– Nuevamente frunció su ceño.– Es natural que quiera saber; nadie ayuda por que sí a un criminal.
La fémina dejó atrás aquella sonrisa tensa que dibujaban sus rojizos labios, los cuales torcieron para dar a conocer un rostro bastante incómodo.
– Quieres que confíe en tí, ¿No, Izanami?.– Kakuzu observó atento a la respuesta contraria. Había algo en ella, algo que se le hacía, quizás, familiar; algo que realmente le hacía querer cuestionarse quien era aquella joven de carmesí color.
Izanami levantó su mirada chocando con la vista de su contrario: ojos verdes como las hojas y la vegetación que los rodeaba esa noche.
–Esta bien.– Murmuró. – Aunque... Mi historia podría ser un poco larga, por que debo contarle desde el principio para que usted logre entenderme– Y tras decir aquello, Izanami sonrió de forma tenue.
El ex afiliado a Taki únicamente acomodó sus piernas en respuesta.
–Soy el tipo de persona que lleva un estilo de vida nómada. No me quedo mucho tiempo en un solo sitio, por lo cual, no tengo algo o alguien que pueda llamar con exactitud hogar. Durante aquellos viajes, conocí a un hombre que daba su vida por su aldea, que trabajó muy duro por el bien de su hogar y que, gracias a ello, se convirtió en un espléndido hombre de confianza, el había ganado mi admiración por sus esfuerzos y congeniamos bastante bien al momento de conocernos mejor. Al tiempo de irme, llegué a otra aldea, ubicada en el país del Fuego, y su líder, por alguna extraña razón, me recordó al hombre que admiré; decidí quedarme allí por un tiempo para ver como crecía aquel lugar y le dí mi lealtad a ese hombre, con la condición de tener la libertad de ir y venir cuando yo quisiera. Un día, saliendo del pequeño pueblo de Fuego, escuché un gran estruendo y corrí para averiguar y ayudar al hombre de mi lealtad...
–...– Kakuzu escuchaba atentamente cada palabra que brotaba de los labios de Izanami mientras esta observaba las llamas de la fogata que los mantenía tibios.
–... Me encontré con la sorpresa que ambos hombres luchaban a muerte, no lo podía creer aunque mis ojos estaban viendo claramente la situación. No sabía que hacer ¿Qué debía hacer?, ¿Rescatar al hombre de mi lealtad o al de mi admiración? No soy una kunoichi, no manejo ningún tipo de arte ninja, pero cuando vi que el hombre de mi admiración había caído ante el otro, decidí herirme a mi misma con un kunai, justo debajo de mis costillas, aparentando perfectamente un ataque enemigo y grité para que el cayera en mi trampa. Para la fortuna de aquel hombre, alguien de su misma aldea fue a rescatarlo... Cuando mis heridas sanaron, busqué la razón del ataque ¿Había sido cegado por el poder como los otros humanos que tanto detestaba yo? Líder me contó que la aldea de quien fue su enemigo buscaba su extraña naturaleza de chakra; me alegré, por qué el estaba bajo las órdenes de su aldea y no por iniciativa propia, aunque a la vez, me preocupé, el había fallado en su misión y sabía de antemano lo que pasaba cuando los líderes de otras aldeas descubrían el fracaso de algo tan importante y arriesgado... Decidí irme de aquella aldea tan apacible, cambié mi aspecto para no ser descubierta y fui a su aldea; descubrí que estaba encerrado, tratado como una inmundicia y que se iba a pudrir en la cárcel. No, no quería eso... Así que busqué la forma de rescatarlo y poder ayudar en lo que fuese necesario.
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Hilo Rojo. (KakuzuxOC) {Edit}
FanfictionKakuzu, un shinobi oriundo de Takigakure, es encarcelado y humillado por su aldea tras fallar en su misión contra el primer Hokage, Senju Hashirama; lo que crea en el corazón del shinobi un odio violento contra quien el alguna vez consideró su hoga...