Despierto de golpe ante el inesperado ruido que resuena por toda la casa. Tan solo me toma un par de segundos reconocerlo y, para cuando me doy cuenta, estoy ya corriendo a través del pasillo para alertar a mi hermano pequeño.
La puerta de enfrente mío se abre bruscamente y puedo ver como una pequeña figura viene corriendo hacia mí. Al encontrarnos, se aferra a mí y yo lo abrazo en un acto involuntario para protegerlo.
— Demyan ¿Qué está pasando?
— Teo, quiero que cojas una bolsa o una mochila, lo que prefieras, y metas ropa y el pasaporte. Cámbiate rápido, ponte un calzado cómodo y coge un abrigo. Nos vemos en cinco minutos abajo en la cocina— antes de dejarlo ir, hago que me mire— ¿Lo has entendido?
— Si.
— Perfecto, venga, corre.
Antes de bajar, entro al cuarto de mis padres, enciendo la luz y observo el panorama. Las sábanas están lisas y las persianas bajadas, un poco de polvo se ha acumulado encima de los muebles.
Ignorando todo, pues tenemos prisa, abro de par en par las puertas del armario y rebusco entre los cajones. En uno de ellos logro distinguir un doble fondo mal disimulado. Quito la tapa y saco una pequeña caja metálica de color azul oscuro. Sin tiempo que perder, la abro, dentro se encuentra una pequeña parte de los ahorros de mis padres. Guardo todo su contenido en una bolsa. Busco entre las cosas de mi padre y cojo la navaja que heredó de mi abuelo. Tras volver a poner el doble fondo donde estaba, apago la luz de la habitación y bajo a la primera planta donde Teo está ya esperándome.
— Vamos, cogeremos la pick up de papá— me pongo de puntillas para alcanzar una balda en la pared y tanteo con la mano hasta encontrar lo que busco, las llaves de la camioneta.
— Pero... ¿Y ellos? Demyan ¿dónde están?
— No lo sé, no volvieron ayer por la noche. Ahora, Teo, haz el favor y ven, que tenemos prisa.
Abro la puerta del garaje con un poco de dificultad, cojo un par de bidones de gasolina que hay en una esquina y los dejo en la parte de atrás. Me subo a la camioneta. Miro a mi hermano y le paso mi mochila para que la deje en el asiento libre a su lado.
— Allá vamos— digo.
Piso el acelerador y comenzamos nuestra travesía, adentrándonos en las oscuras calles de Kiev, apenas iluminadas por el tenue haz de luz de las farolas.
☆
— ¿Papá te enseñó a conducir?
— No, fue el tío Ivan, cuando mamá se puso enferma y vino a cuidarnos. Se empeñó en enseñarme porque, según él, saber conducir me volvería "más hombre".
— No me acuerdo muy bien.
— Eras muy pequeño.
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Тікайте (Huir) [EN EDICIÓN]
Adventure[EN EDICIÓN Y CAMBIO] En un principio escribí este relato para un concurso que se ofrecía en mi ciudad. Ahora, prácticamente un año y pico más tarde. He decidido "retomarlo" y alargar la aventura de sus protagonistas. Tomar quizás sus vidas previas...