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Teo se ha dormido

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Teo se ha dormido. Mientras, yo aprovecho para observar el cielo nocturno. Es completamente diferente a como se veía desde Kiev. Debido a la contaminación lumínica apenas se atinaba a ver un pequeño grupo de estrellas y algún que otro avión.

Es como estar en un pequeño paraíso. No hay lugar del cielo al que mires y no veas pequeñas estrellas que te observan desde la distancia.

Cierro los ojos por unos instantes, deseando poder quedarme así para siempre. En silencio, en paz.

Pero todo lo bueno se acaba.

En la distancia, oigo como crujen las hojas del suelo y como los arbustos son apartados para dejar pasar a algo, o a alguien. Abro los ojos y cojo la navaja que está al lado de la lata, en la cual todavía queda un poco de atún.

Me pongo de pie y, atento, busco de dónde proviene el sonido. Entre la negrura, logro percibir movimiento en los arbustos por los que horas antes Teo y yo hemos pasado. Siendo precavido, me acerco, haciendo el menor ruido posible.

De entre la maleza sale un chico, no más mayor que yo, pero un poco más alto. Se sacude la ropa y coge una bolsa del suelo para acto seguido colgársela del hombro. Al darse la vuelta, repara en mi presencia y levanta las manos.

— ¡Hey! Tranquilo ¿sí?

Aún con desconfianza, bajo un poco la navaja.

— Soy Luka ¿tú eres...?

— Demyan.

— Encantado Demyan. Ahora ¿podrías hacerme el favor de bajar el cuchillo? Te prometo que no tengo malas intenciones— dice aún con los brazos en alto.

Pliego la navaja y la guardo en el bolsillo del pantalón.

— Muchas gracias.

Luka me cuenta su situación y cómo es que ha llegado hasta este pequeño pueblo. Yo, a su vez, hago lo mismo, explicándole el recorrido que hemos hecho Teo y yo. Y que ahora mismo no sé hacia dónde debo ir para llegar a algún sitio seguro.

Para mi suerte, Luka se dirige a una pequeña ciudad en Polonia donde tiene familiares que le han ofrecido cobijo y me ha dicho que vayamos con él. Dejando cualquier tipo de desconfianza de lado, le doy las gracias de forma bastante efusiva. Él sonríe.

Le ofrezco el atún que queda en la lata y lo acepta gustoso. A partir de ahí, entablamos una conversación y nos quedamos hablando el resto de la noche.

 A partir de ahí, entablamos una conversación y nos quedamos hablando el resto de la noche

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Тікайте (Huir) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora