Capítulo 1

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~7 de Julio de 2022, Jueves~

Había personas que nunca se esperaban que su vida cambiara de un día para otro, una de esas era yo, que me encontraba de camino para abordar un AVE directo a Barcelona, la ciudad que había dejado atrás cuando decidí mudarme con doce años adonde mis abuelos, donde había vivido tan buenos momentos. La decisión había surgido tras una mala etapa de mi vida que quería olvidar, algo que poco a poco lo había conseguido, pero, en ocasiones, llegaba a aparecer en mi mente.

Con la muerte de mi abuelo creí que era un buen momento para regresar junto a mis padres y mis amigos, a los que tanto había extrañado y había mantenido el contacto todo este tiempo, sabiendo que era lo que mejor me haría sentir y poder olvidarme de toda esa situación.

Una llamada me sacó de mis pensamientos, estaba segura de quien podría tratarse y al mirar la pantalla de mi móvil, no me equivocaba, era mi padre.

—Hola, renacuaja, ¿estás ya en el AVE? —preguntó ilusionado, desde ayer me había estado interrogando sobre mi llegada.

Sabía que le emocionaba mi vuelta a casa, ya que para él había sido difícil dejarme marchar a tan pronta edad y no poder verme tanto como él deseaba.

—No, aún no —respondí riéndome, ya que ayer le informé de la hora a la que subía al AVE.

Separé el móvil del oído para mirar la hora y observar cuánto tiempo me quedaba para abordar. Me fije que aún tenía treinta minutos, por lo que los aprovecharía para ir a comprar un par de detalles para mis hermanos pequeños, a los que tanto había echado de menos.

—¿Cuánto te queda? —cuestionó de manera rápida, sin aguantar las ganas de que ya fuese el momento de tenerme allí con ellos—. No puedo esperar para estar con mi pequeña Busi.

—Aún me queda media hora para subir, así que para comprarles algo a los diablillos que tengo como hermanos —contestó con ternura al escuchar la última frase—. Por cierto, ¿qué tal está Levi con la entrada al nuevo curso?, es el último año que pasará en infantil. —Quise saber, preocupada por él, ya que aunque me volviese loca, ese niño nos tenía hechizadas, al igual que el mediano, Enzo, quien este año había cumplido los 7 años.

Al fin y al cabo eran mis hermanos pequeños, y los quería más que a mi vida.

—Levi está bien, como siempre, ya sabes cómo es él —me contó mi padre mientras reía—, el único que está histérico es Enzo, que siempre quiere llegar el primero a los entrenamientos de fútbol y sale de clase a toda pastilla —continuó mi padre haciendo que yo soltase una carcajada.

—Ya sabemos de uno que no tendrá que pagar multas cuando llegue a jugar en Primera División —respondí yo con dolor de tripa que me causaba el ataque de risa—. Ya podrías aprender algo de él, papá. —Al otro lado de la línea llegué a escuchar un suspiro por parte de él.

—Oye, enana no te pases, que te recuerdo que vas a volver a vivir bajo mi techo —avisó con un tono de superioridad.

En cuanto escuché esas palabras mi tripa se revolvió, pero por una mezcla de nervios por regresar a casa y, sobre todo, al recordar a una persona a la que hacía tiempo que no veía, a la que nunca pude sacar de mis pensamientos.

—Papá, tengo ganas de volver a estar en familia como antes, pero esta vez con un renacuajo más —confesé con cierto tono de voz melancólico.

—Yo de que estés aquí de nuevo —Aquella frase hizo que una sonrisa apareciera en mi cara—. ¿Qué harás al llegar a Barcelona? —preguntó mi padre ya que días atrás le comenté que quería pasarme a ver a su equipo por sorpresa—. ¿Sigues pensando en ir a visitar a los chicos? No quiero que vayas muy cansada y que después tenga que llevarte a brazos como cuando eras pequeña. —Intentó reprimir una pequeña carcajada, cosa que no consiguió, a lo que no pude evitar poner los ojos en blanco.

Mariposas // GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora