Capítulo 4

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POV Gavi

—Espera, entonces, igual me cuelo pero, a ver, ¿tú de pequeña eras rubia? —pregunté empezando a dudar de mis sentimientos hasta el momento.

—Sí, y lo sigo siendo, solo que me teñí hace un tiempo de un tono más moreno —respondió mirándome fijamente a los ojos.

Fue en ese momento en el que mi mente empezó a recordar cientos de recuerdos, en los cuales se podía apreciar una pequeña niña, alguien que formó parte de mi vida y significó tanto para mí. Tras unos segundos pude relacionar todo y darme cuenta de que se trataba de ella y, por su expresión, entendí que lo había sabido desde el principio.

Aquello fue lo que más me dolió, darme cuenta de que ella estaba enterada desde siempre, que no había sido capaz en ningún momento de decírmelo, ni siquiera nombrarlo.

No pensó en mí en ningún segundo, en cuánto había sufrido por su ausencia.

—No me lo puedo creer, desapareces sin decir absolutamente nada, apareces de nuevo pensando que todo va a ser como antes, sin ni siquiera comentarlo —expresé alucinando por la situación, en cómo me estaba afectando—. Mejor no digas nada, me piro.

No esperé su contestación, me levanté, deseando irme de inmediato. Me enfadaba muchísimo el hecho de que la que consideré mi mejor amiga con once años, la única persona que venía a mis entrenamientos, en la única que confié, por la cual lloré cientos de noches por su desaparición, hubiese vuelto a mi vida desde hacía año y medio y que no me hubiese dicho nada de quién era.

Pero, sobre todas las emociones, la que más resaltaba era la decepción, que me producía un nudo en el pecho, uno que hacía que me costase respirar.

—¡Gavi, espera! ¡Por favor, escucha! —gritó Luna corriendo detrás de mí.

Una parte de mí me gritó que la ignorase, que me marchara, pero la otra me insistía en quedarme para escucharla, para tratar de comprender el por qué no me había mencionado nada. Tras pensarlo detenidamente, decidí quedarme.

Necesitaba saber la verdad.

—No, Luna, las cosas no se hacen de esa forma, se hacen de manera que no hagan sentir a los demás como una mierda.

No me lo pensé dos veces y comencé a soltar todas aquellas palabras mientras me giraba para mirarla con rabia. Tenía un cúmulo de sensaciones que no sabía cómo explicar ni controlar.

—De verdad que lo siento, pero no quería remover el pasado —comentó con la voz entrecortada, pude apreciar cómo pequeñas lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos.

Algo en mí se removió al verla tan vulnerable, pero el enfado y decepción podían contra ese sentimiento. Observé cómo sus labios se separaban varias veces, indicando que había más cosas que quería contar, pero que por algún motivo no se atrevía a soltar.

—¿Por eso era mejor ocultarlo? —interrogé con incredulidad—. ¿Creer que todo iba a ser de color rosa, que no me acabaría enterando de alguna forma?

—No, pero tú no lo entiendes... —No continuó la frase, lo que hizo que mi enfado aumentase.

—¿Qué no comprendo, Luna? —cuestioné con una risa sarcástica—. Adelante, dilo, a ver si así lo hago.

Tras soltar aquello, vi que una lágrima bajaba por su mejilla, de una manera tan delicada que parecía de cristal, como si en cualquier momento se rompiera, algo que no quería ver, porque sabía que me derrumbaría también.

Después de unos segundos, Luna no parecía animarse a hablar. Por ese mismo motivo, me di la vuelta dispuesto a marcharme, cansado de lo que había pasado esta noche, queriendo llegar a mi habitación y dormir, olvidarme de todo.

Mariposas // GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora