Comision 3: Lo que Ordene el Rey. (Parte 2)

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La vida de Glynda se había vuelto increíblemente complicada durante el último mes.

No había sido porque sus estudiantes eran unos alborotadores, no había sido porque Ozpin había decidido darle más tareas, no había sido porque la nueva versión de Festival Vytal requería de más de su atención, no había sido por los criminales que pululan por Vale, tampoco había sido por tener que lidiar con la nueva doncella, y mucho menos había sido por la Brecha de Vale y por la reciente actividad de Grimm fuera las cercanías.

No, nada de esas cosas eran importante en comparación al verdadero problema.

Y era que Glynda, ¡No podía dejar de sentirse exitada las 24 horas, los 7 días de la semana!

No era solo una cuestión de simplemente tener una calentura, ¡Era que literalmente no podía evitar sentirse exitada por todo! Sus muslos rozandose, ver a personas atractivas, ¡Incluso el menor contacto que tenía con su piel hacía que se sintiese cachonda!

Y eso no era todo, también estaba el hecho de que se cuerpo estaba cambiando. Sus curvas, ya de por sí perfectas, habían estado teniendo un reciente y misterioso crecimiento; sus tetas habían pasado de ser melones a ser sandías que le daban dolor de espalda, su trasero había engordado, haciendo que de tan solo caminar sus nalgas formasen ondas, sus muslos matadores eran incluso más gruesos que antes, y ni hablar de su atractivo sexual.

La parte más interesante es que ella en si no había engordado; su cintura de avispa de mantenía, haciendo que Glynda tuviese una perfecta figura de reloj de arena, que hacía que todos los hombres se le quedarán como bobos mirándola (y hasta algunas mujeres).

Con todo lo dicho, lo peor para Glynda eran las miradas. Dioses, las miradas, la ponían tan cachonda que apenas llegaba a su cuarto, Glynda se quitaba la ropa y se masturbaba hasta que estuviese satisfecha.

Y ese era otro asunto a tomar en cuenta; Glynda era de lejos una persona que cometía el acto de darse auto placer, pero desde que empezó todo esto, se había vuelto en algo frecuente para ella.

Antes, hacerlo una vez a la semana bastaba para calmarla; luego, esa sola vez se convirtió en 3 veces a la semana, luego cinco veces a la semana, luego 1 vez todos los días, luego como 3 veces para satisfacerse.

Y en este punto, tenía que hacerlo cada que podía para calmarse un poco, pero incluso eso no era suficiente ya que al poco tiempo su necesidad volvía.

Y eso era algo increíblemente malo, ya que Glynda era una Maestra, y tenía un deber con sus estudiantes.

Pero estaba considerando muy seriamente si ese deber era realmente algo tan importante.

La Maestra ahora mismo estaba haciendo lo que se suponía que tenía que hacer, dar clases. Sin embargo, no podía enfocarse en la clase, ya que su calentura era demasiado grande. Sus pezones estaban erectos y le resultaba difícil mantener el enfoque ya que al estar parada sus piernas se rozaban demasiado, dándole más y más exitacion.

Esta tortura se había vuelto casi imsoportable.

Y para terminar de rematar...

Ella estaba dando clases ahora mismo.

Y estaba tan caliente que no podia evitar morderse los labios y frotar sus muslos. Podía notar en la distancia como algunos estudiantes le prestaban más atención a ella que a la pelea que estaba aconteciendo frente a ellos. Ella trató de con todas sus fuerzas de resistir, pero se hacía cada vez más difícil con el pasar de los días.

Un ejercicio que había intentado era en el de meditar, vaciar su mente... pero no hacia falta decir que no servia de nada.

No es que eso le impidiera intentarlo... pero no llego demasiado lejos en eso; no porque su mente solo pensase en sexo, sino que más bien un estruendo llamó su atención.

Lemon, Comisiones Y Cualquier Cosa Que Pidas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora