prologo | Caos

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Un gran grupo de personas inconscientes yacía disperso en el suelo de una gigantesca habitación, como si hubieran sido arrancados de sus destinos y arrojados allí sin previo aviso. El ambiente era tenso, cargado de incertidumbre, hasta que, tras unos minutos de inquietante silencio, un chico de cabellos rojos abrió los ojos.

Su repentino despertar rompió la poca calma que quedaba.

Eustass Kid fue el primero en levantarse, seguido de su tripulación, y casi al instante, otros comenzaron a recuperar la conciencia. Entre ellos, figuras imponentes del Grand Line, piratas cuyas leyendas inspiraban temor y respeto por igual.

—"¡¿Se puede saber dónde demonios estamos?!" —rugió Kid, su voz rasgando la atmósfera como un trueno.

Una punzada de dolor en la cabeza lo hizo fruncir el ceño con furia, pero no tardó en sobreponerse. Sus ojos recorrieron la multitud, y su irritación creció al ver a tantos desconocidos y, peor aún, a individuos cuyo poder eran tan aplastante que causaba que el fuera una mosca en un mar de leones.

—"Maldición…"—murmuró, apretando los dientes.

Antes de que su temperamento explotara por completo, una mano firme lo detuvo.

—"Kid, cálmate." —La voz de Killer era baja pero firme, su máscara ocultaba cualquier emoción, pero su postura reflejaba alerta—. No somos los únicos aquí.

Kid gruñó, pero no ignoró las palabras de su primer oficial. Fue entonces cuando su mirada se posó en una silueta imponente entre la multitud. Una figura gigantesca con una túnica blanca y un bisento apoyado a un costado. Edward Newgate, Barbablanca.

El joven pirata sintió cómo una corriente helada le recorría la espalda. La mera presencia de aquel hombre bastaba para hacer temblar el aire. Sin embargo, lejos de sentirse intimidado, su rabia se avivó.

—"¡Me importa una mierda quién más esté aquí!" —vociferó, liberando una oleada de ira—. ¡Quiero saber quién fue el desgraciado que nos noqueó, porque voy a degollarlo aquí mismo!

Su voz resonó por la habitación, atrayendo la atención de muchos. Algunos miraban con curiosidad, otros con desdén.

En otra parte de la sala, una risa grave y burlona se elevó entre el murmullo.

—"Fufufufu… nobles y piratas en un mismo lugar… "—La voz de Donquixote Doflamingo tenía un tono juguetón, pero sus ojos tras las gafas rosadas reflejaban un brillo peligroso—"Esto sí que es extraño… e interesante."

Su abrigo de plumas rosa ondeó con su ligero movimiento mientras su mirada recorría el lugar. No entendía bien la situación, pero algo era seguro: con tantos pesos pesados reunidos en un mismo sitio, el caos era inevitable.

Y el caos ya estaba gestándose.

En el otro extremo de la habitación, el aire se sentía pesado, opresivo. Era como si la misma atmósfera temblara bajo el peso de una presencia colosal. Un aura oscura y aplastante emanaba de una figura imponente, con una jarra de sake en una mano y una expresión impasible.

Kaidou.

Algunos apenas podían mantenerse en pie ante la presión de su Haki. Los más débiles temblaban como hojas al viento; otros retrocedían con los ojos desorbitados por el miedo. Había quienes incluso rezaban en silencio, esperando ser demasiado insignificantes para llamar la atención del Emperador.

Los gritos, las miradas tensas, la incertidumbre… La tempestad apenas estaba comenzando.

En otra parte de la habitación, un hombre de cabello rojo observaba la situación con calma. Sus ojos, normalmente despreocupados, analizaban con seriedad lo que ocurría a su alrededor.

One piece | seeing the future of wanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora