𝐄𝐥 𝐏𝐫í𝐧𝐜𝐢𝐩𝐞 𝐌𝐞𝐬𝐭𝐢𝐳𝐨 || 𝐌' 𝐑𝐞𝐚𝐝𝐞𝐫

Justicia

Uno por uno, los miembros de la Orden entraron en la Sala de los Menesteres, ocupando sus asientos en silencio y esperando que se llenara la sala. Para ellos era solo entonces cuando Dumbledore hablaría.

La seriedad de esta reunión en particular se hizo evidente cuando se solicitó su presencia, lo que explica por qué no hubo ninguna de las conversaciones triviales habituales que suelen acompañar el comienzo de estas reuniones. Al pie mismo de la mesa alargada estaba sentado el mismo Dumbledore, luciendo menos jovial de lo que nadie lo había visto jamás.

Había una casa llena hoy, como Mundungus Fletcher notó rápidamente, moviéndose incómodo en su asiento al lado de Ojoloco Moody. Hablando de eso, ese deslumbrante ojo azul de Moody's simplemente se negaba a quedarse quieto, zumbando como una bola ansiosa.

Finalmente, Dumbledore habló.

"Antes de comenzar, debo confesar que esta será la reunión final dentro de la Sala de los Menesteres". él dijo. "Esto se debe en primer lugar al regreso de los estudiantes, quienes harán preguntas ante la gran cantidad de extraños adultos que ingresan al castillo, desaparecen y reaparecen, y luego abandonan el castillo nuevamente".

Hubo muchos asentimientos de acuerdo ante esto.

"En segundo lugar," continuó Dumbledore. "Siempre fue mi intención que esta sala sirviera como una base de operaciones estrictamente temporal. La magia de la sala nos impide usar el hechizo Fidelius. No tenemos más remedio que encontrar otro lugar".

Más asentimientos. Al darse cuenta de que obtuvieron la imagen, Dumbledore se aclaró la garganta y se levantó de la silla, paseando por el frente de la habitación.

"No puedo ignorar la gravedad de la situación por más tiempo". dijo con voz muy grave. "Estamos perdiendo amados magos y brujas cada dos semanas debido al regreso abierto de Voldemort, y los intentos del Ministerio de atrapar a los Mortífagos itinerantes, conocidos o desconocidos, han fracasado en gran medida. Con el ascenso al poder de Scrimgeour, su enfoque principal durante los últimos meses ha estado averiguando qué hacer con los mortífagos bajo su custodia actual, en lugar de los mortífagos vagando fuera de los muros de Azkaban".

El silencio del resto de la orden fue tal que todos pudieron escuchar el zumbido generalmente silencioso del ojo de Ojoloco.

"Esto significa que nosotros, la Orden del Fénix, estamos entre las pocas y preciosas brujas y magos con el poder de detener a los mortífagos y sus repugnantes ataques contra muggles, nacidos de muggles y mestizos. He sido informado sobre el hecho de que a pesar de tener ese poder, debido a mis decisiones poco entusiastas, no hemos podido detener a ningún mortífago".

"Tienes razón". murmuró Ojoloco Moody. Aunque su declaración audaz fue recibida con más de unas pocas miradas de enojo, nadie habló en contra. De hecho, Doge, de quien era deslumbrantemente leal a Dumbledore y de quien Ojoloco estaba seguro de que soltaría algún tipo de comentario enojado, permaneció en su asiento y jugueteó nerviosamente con sus pulgares.

Dumbledore continuó.

"Debido a esto, he decidido levantar la prohibición de hechizos, maleficios, maldiciones letales y severamente dañinos y similares. Como Remus me advirtió tan expertamente hace unos días, ahora nos encontramos vagando sin rumbo en medio de un segundo hechizo mágico. guerra, y si no aprendo de mis errores anteriores, podemos depositar nuestras esperanzas en otro infante para que derrote a Voldemort por nosotros-"

Allí, como de costumbre, hubo un estremecimiento masivo ante la mención del nombre de Voldemort.

"-y eso simplemente no funcionará. No tengo la intención de que otro niño sufra por los errores de los adultos que lo rodean. Y así, ya no andaremos de puntillas alrededor de la sangre y la violencia como lo hemos hecho hasta ahora. No más aturdidores. No más inmovilizadores. No más desarmadores. Voldemort ha declarado la guerra a la Gran Bretaña mágica, y maldita sea si vamos a dejar que los monstruos nos derroquen por segunda vez".